Arqueólogos peruanos descubren un singular objeto
metálico en complejo arqueológico de Chan Chan, al norte de Perú. El hallazgo, además
de suscitar acaloradas discusiones sobre su misteriosa forma y sus posibles
funciones, genera una nueva hipótesis: el plomo ya era usado en este país antes
de la llegada de los españoles. Esta semana ha salido por fin
publicada la noticia sobre el hallazgo de un extraño objeto metálico, que fue
descubierto en agosto pasado por los arqueólogos Liliana Calipuy y José
Armas, en la ciudadela de Chan
Chan, ubicada en la ciudad norteña de Trujillo. Habiendo pasado seis
meses desde su desenterramiento, y después de ser sometido a sofisticados
análisis y acaloradas discusiones, aún no existe un consenso sobre su
funcionalidad.
El artefacto es de forma romboidal, y pesa poco más de 1.500 kilo. Inicialmente,
debido a la relación de su peso y tamaño, se creyó que se trataba de iridio, un
material escaso en la Tierra que solamente se encuentra en regiones donde caen
meteoritos. Pero esta hipótesis perdió sustento tras los análisis respectivos.
Se acudió a profesionales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y los
resultados indicaron que es una aleación y está constituido de plomo en un 90
por ciento y de hierro, cobre y zinc, el 10 restante. Aunque existen minas de
plomo no tan lejanas en la geografía peruana, la importancia del hallazgo
radica, en que hasta ahora, se pensaba que el uso de este metal, había
comenzado en el antiguo Perú después de la llegada de los españoles, que
presuntamente lo habían traído en sus municiones.
Pero las sorpresas no acabaron aquí. Sobre su superficie, se observan siete
pequeñas incrustaciones dispuestas de manera longitudinal, de tamaño variado
pero regular, que en un principio se creía que eran turquesas, pero una vez
más, estaban equivocados, y resultaron ser de plata. En cuanto al propósito de
las sustancias impregnadas que forman una mancha amarronada en la parte central,
también se desconoce. Sin dejar de sorprenderse, los investigadores observaron
que en uno de los extremos del objeto y en otras áreas de su superficie, se
registran pequeñas perforaciones de un milímetro de diámetro.
El área del hallazgo se caracteriza por presentar espacios empleados por
los chimú para almacenar
alimentos, telares y metales, que no ofrecen pistas sobre la probable función
que el artefacto pudo haber tenido. No obstante, la mayoría de arqueólogos coinciden,
en que tuvo un uso ritual, mágico o religioso, y que probablemente perteneció a
un personaje de alta jerarquía. Pero sin duda, resulta una vaga explicación sin
sustento suficiente, y la presencia de
la resina amarronada y los pequeñísimos orificios de 1mm de diámetro, queda de
momento sin respuesta.
Los chimú fueron expertos en el trabajo del oro y la plata, pero esta original
pieza de extraña forma y composición, es única, y es de plomo, un metal, cuyo
uso en tiempos prehispánicos, hasta ahora se desconocía. Esto pone de
manifiesto, una vez más, que no hay verdades inamovibles en el estudio de
nuestro pasado, y lo que hasta ayer era una certeza absoluta, hoy puede ser
definitivamente desmentido. Y aún nos falta saber, cuál era la verdadera
función de ese misterioso y ya controvertido artefacto, que permaneció oculto
durante casi 1.000 años, y aún guarda para sí, celosamente su secreto.
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