Catastro y registro de los petroglifos
La
manifestación cultural que en la IV Región de Chile ha reactivado la atención
de los investigadores en los últimos 40 años es el arte rupestre (Ampuero 1966, Ampuero 1970, Ampuero y
Rivera 1971, Artigas y Jackson 2002, Bahamondes et al. 1997, Ballereau y
Niemeyer 1996, Cabello 2001, Cabello 2002,
Castillo 1985, Castillo 2000, Gallardo 1987, Jackson et al. 2001, Klein
1972, Mostny 1985, Mostny y Niemeyer 1983, Troncoso 2000). Variados también son
los autores que anteceden a este reverdecer de tales estudios, pudiendo
simbolizar a la figura de Jorge Iribarren y sus trabajos en el valle de Hurtado
(1947-1963) como paradigma de esa primera
etapa.
El Coligüe |
En el marco del proyecto "Rescate, puesta en
valor y difusión del patrimonio arqueológico de la comuna de Canela",
de septiembre a noviembre de 2003 se
realizó un catastro selectivo de manifestaciones rupestres en el área. Previamente
hubo un trabajo de recopilación de antecedentes bibliográficos y referencias
aportadas por informantes de diversas localidades de la comuna, relativo a la
existencia de petroglifos, pictografías, piedras tacita, materiales depositados en colecciones privadas, lugares
de procedencia o conocimiento de áreas
arqueológicas en el territorio local. Además, se tuvo en cuenta un
parámetro que normalmente define los lugares idóneos de asentamiento o
manufactura de petroglifos: la adyacencia a quebradas o desembocaduras de ríos.
Vista de la cordillera desde El Coligüe |
Piedras tacita. Los Tomes |
La etapa de
terreno significó tomar notas,
fotografías digitales en detalle, y
hacer bosquejos de cada uno de
los bloques con grabados (y de los
diferentes paneles, en el caso de haber más de una representación de este tipo).
Lo mismo aconteció con pictografías y piedras tacita. La posición geográfica de
cada conjunto rupestre fue registrada mediante GPS. En calidad de apéndice del
informe correspondiente se adosó una ficha de registro con dibujo a escala de
cada petroglifo, abarcando los diferentes aspectos considerados en el
relevamiento: técnica utilizada (piqueteado, raspado, inciso, aplicación de
pintura); descripción general de los
diseños representados; identificación de sobreposiciones (un trazo sobre el
otro) y yuxtaposiciones (coexistencia de trazos de diferentes épocas); y estado
de conservación de las muestras culturales (exfoliación de la roca,
recubrimiento con líquenes, alteración por rayado y / o pintado moderno, etc.).
El informe elaborado para Fondart también incluyó la
presentación de un archivo con todas las fotografías tomadas en terreno, por
considerar que este material representa el registro más fidedigno de las
manifestaciones catastradas.
Petroglifo de El Coligüe |
Como primer
acercamiento al tema que nos preocupa, la investigación se desarrolló con los
objetivos de lograr un registro
sistemático de arte rupestre dentro de la comuna de Canela, describir las técnicas de elaboración y, de
manera más preliminar, analizar las afinidades culturales, ya sea entre los
componentes locales o fijando la mirada en un plano más regional. A la vez, un
ciclo de talleres en capacitación sobre Arqueología y Patrimonio, dictados en
escuelas y liceos de la comuna, tuvo el propósito de familiarizar a la población
con pretéritos y palpables signos de identidad, enfatizando la necesidad
de fomentar responsabilidades compartidas en el resguardo
de petroglifos y otros bienes ancestrales presentes en su entorno inmediato.
Descripción de los petroglifos. En la parte más baja y litoral de la comuna las manifestaciones
rupestres son básicamente aisladas, por ejemplo, en Mincha, Puerto Manso y
Huentelauquén, formando importantes concentraciones en sectores de interior
como Quebrada de Linares, El Riíto y El Coligüe. Existen escasas y escuetas
fuentes escritas sobre el tema, entregando referencias sobre Mincha,
Huentelauquén y Puerto Manso en trabajos generales sobre el arte rupestre en
Chile (Castillo 1985, Niemeyer 1977, Mostny y Niemeyer 1983).
Conchal en Huentelauquén |
Petroglifo mascariforme en Mincha |
Todo el perímetro de la
localidad de Mincha Sur se encuentra cubierto por diseminados bloques de
granito y andesita, dos de ellos marcados con grabados rupestres descritos
entre los trabajos recién mencionados.
Destaca uno mascariforme (Figura 2,
nueva representación realizada por la autora) cuyo estilo se identifica con
motivos pertenecientes al complejo El Molle, aunque la ausencia de excavaciones
locales no permite asegurar dicho origen. Figuras geométricas simples completan
el diseño de los rasgos faciales, como si formaran parte de pintura ritual en
un personaje jerárquicamente importante o vinculado con el mundo
mágico-religioso. El tocado es reducido, bastante sencillo, y las espirales
laterales de triple lineatura. Otro dibujo más simple, representado en una
oquedad natural de la misma roca, completa el petroglifo reseñado. A unos 10
metros de lo anterior se aprecia un rostro mucho más tenue, con tocado
semilunar radiado, sin apéndices espiralados (perteneciente al grupo de las
“cabezas-tiara”), y rasgos faciales similares al grabado de la roca vecina. Es
probable que otras rocas también
hubieran estado grabadas, pero la erosión (desprendimiento de la corteza), y la acción antrópica (extracción
de bloques) impiden conocer la verdad. No hemos observado remanentes
arqueológicos en la superficie circundante, aunque es posible que hayan sido recogidos en momentos anteriores, especialmente si se
trata de evidencias numéricamente escasas, pues es un lugar relativamente
transitado y cercano a un conjunto habitacional actual.
Petroglifo en Huentelauquén |
Ubicados a un lado del
camino del humedal de Huentelauquén, justo en la desembocadura del río Choapa,
se hallan tres bloques de lutita
porfírica, bastante erosionado por causas naturales y antrópicas, conocidos por
los lugareños como la “Piedra de la mula”. Aunque son mencionados en otros
trabajos, tales referencias no incluyen dibujo ni ubicación geográfica exacta
para unos signos geométricos simples (soles radiados con un pequeño círculo en
el centro o una cruz acabada en pequeñísimos círculos en sus extremos), otros
zoomorfos y antropomorfos, mezclados en
una superposición constante que podría indicar varias etapas de elaboración. De
una época subactual procede la
representación de un cuadrúpedo, agregado en el extremo inferior derecho del
bloque, mientras que en los alrededores se observan síntomas de un intenso
huaqueo.
En la misma área de
Huentelauquén, el sitio Las Ventanas, célebre por sus aberturas en las rocas
por donde pasa la alta marea, posee un grabado conocido por los lugareños, sin
que hasta ahora pudiéramos localizarlo. Según las descripciones, se trataría de
un diseño similar al de las Torres del Choapa, curiosas formaciones naturales tipo piedras lajas,
aproximadamente a 1 km de distancia, parecidas a murallas hechas por el hombre.
En un roquerío, a escasos metros de esta
“torre”, se encuentra una pictografía de dudoso origen precolombino, pues no se adscribe a ningún estilo conocido para
la región, representando a dos motivos simples en cruz y damero pintados en
rojo. Cabe señalar que se conocen sólo dos casos de pictografías en el Choapa
(Jackson et al. 2002), también en base a pigmentos rojos (hematita u óxido
ferroso), además de unas manchas informes localizadas por nosotros en Los
Tomes, que luego describiremos.
Las Ventanas. Huentelauquén |
Linares |
La caleta de Puerto
Manso, unos 25 km al SW de Canela, presenta algunas manifestaciones rupestres
mascariformes descritas en obras generales
como parte del estilo Limarí. La figura mejor conservada es un rostro muy
cuadrangular, portando en la frente una suerte de diadema en greca, tatuajes simétricos en la cara, y un posible
tocado de plumas sugerido a través de
nueve líneas en posición vertical. Otra máscara también con pinturas o
tatuaje facial, exhibe un tocado de seis “plumas”. Y un tercer petroglifo,
sobre una roca extremadamente erosionada, corresponde a una máscara con atavío
cefálico semilunar, con armazón radiada,
avalando su adscripción al estilo Limarí. Al noreste de la comuna se encuentra
Quebrada de Linares, donde existe un conjunto rupestre de 20 bloques grabados
inéditos, igual a varias
agrupaciones que describiremos más
adelante. El entorno de esta área al este del cerro Catahueche (el más alto de
la comuna), se aprecia muy erosionado por asentamientos ligados a labores
agrícolas y ganaderas. En la entrada de una vivienda se enclavan dos bloques
prácticamente cubiertos de figuras, hacia el norte del camino continúan unas
pocas rocas más dispersas, mientras que en dirección norte se reconocen
alrededor de 18 petroglifos en distintos grados de conservación. Destaca una
figura humana con enormes manos y unos círculos radiados en medio de otros
círculos. Abundan los “soles”, círculos simples, círculos con punto central y líneas serpenteadas. En los
años ’60, durante las obras de construcción del camino, fueron destruidos o
removidos algunos bloques, de lo cual unos cuantos se conservan poco visibles y mezclados con otras piedras a
un lado de la vía publica. Los más alejados del camino denotan grave
deterioro por pisoteo de ganado
caprino y acciones vandálicas de niños y
jóvenes de la localidad, que rayan o remarcan los motivos en forma permanente.
El Riíto |
Siguiendo por el mismo
camino unos pocos kilómetros al norte de Linares, se accede a un conjunto de 36
bloques emplazados en El Riíto, con alto
porcentaje de círculos con dos apéndices hacia abajo, círculos entrelazados,
espirales, y algunos círculos concéntricos. Sobre una pequeña roca
semienterrada en el fondo de una quebrada,
que a nuestro juicio es susceptible de ser arrastrada o cubierta por
material aluvional, se aprecia una fina figura humana muy estilizada, adornada
con un tocado de “plumas” verticales, motivo escaso en esta área. Este conjunto
de petroglifos refleja una vez más el escaso interés que existía por salvaguardar componentes patrimoniales al
abordar obras viales u otros proyectos en áreas rurales A ambos lados del
camino sobreviven aquellos ejemplares que las máquinas no alcanzaron a dañar,
pero de acuerdo a versión de lugareños y por algunos fragmentos de rocas con
signos de grabados, orillando la vía, se sabe que originalmente fue una
agrupación mucho mayor.
El Coligüe |
En los petroglifos de El Coligüe
algunos rasgos estilísticos recurrentes, como la
interacción entre hombres y animales
(cánidos y camélidos principalmente), podrían hablar de influencia pastoril, o
quizá de un proceso de domesticación, ya que
algunos camélidos son
representados amarrados por una cuerda
sostenida por un personaje. Este tipo de escena no es muy común en el
valle del Choapa, sin embargo adquiere
forma variada en El Coligüe. Otros motivos humanos o antropomorfos (presencia
de una larga cola), zoomorfos, geométricos, mascariformes y abstractos, aparecen
profusamente en esta estación rupestre. Destacan cuatro motivos de posibles
aves, muy poco representadas en el arte rupestre del norte semiárido; tal
vez una avestruz, un gallináceo, un pato
y un ave más difícil de determinar. La figura humana es representada de forma
muy estilizada y simple, con brazos y piernas extendidas, muchas veces con un
largo apéndice entre las piernas que podría ser la cola o el órgano sexual
masculino. Dos personajes únicos, muy originales, representados de forma más naturalista
que los otros, parecen portar un sombrero y ambos están junto a un grupo de
camélidos. Uno de ellos, portando una larga vara en la mano, parece ir
acompañado de un “perro”. El otro, pareciera tener al lado un avestruz.
El Coligüe |
El Coligüe |
En otro sector, una treintena de petroglifos quedan
protegidos gracias a su aislamiento contra el deterioro humano y,
consecuentemente, presentan un estado de conservación superior al de los otros
sectores. Su estilo es similar, sobresaliendo dos personajes de grandes manos.
También son destacables ciertos motivos bastante originales, por ejemplo, una
compleja escena de interacción
entre personajes montados y a pie, donde
aquellos a grupa de camélidos o equinos, portan tocados cefálicos en arco
(¿españoles?), mientras que los restantes usan de 2 y 3 puntas. Asimismo,
algunos están desnudos y en actitud danzante, llevando un objeto no
identificado en sus manos; otros, ataviados con capa o poncho, reflejan actitud más pasiva. Unas cuantas rocas
identifican la presencia de águilas simples, dobles y triples, motivo original
dentro de la Comuna de Canela, y de aves
no determinadas.
El Coligüe |
Por su parte, Los Tomes no
presenta grabados, pero sí restos de pictografías en tonalidad rojiza, igual que
unos residuos de pigmentos encontrados en tres bloques con piedras tacita, a
escasos metros del lugar. Esta localidad se encuentra a unos 5 km del mar y se
halla asociado a un curso de agua dulce que debió ser de gran valor durante la
prehistoria, igual que lo es en la actualidad.
Metodología
de estudio. Para el análisis de los
petroglifos descritos pretendemos aproximarnos
desde dos perspectivas: 1) La distribución espacial, siguiendo la
metodología propuesta por Jackson (Jackson et al. 2002), que logra caracterizar
cuatro configuraciones generales en la cuenca del Choapa; 2) La densidad o
frecuencia de los distintos motivos, tomando como referencia el trabajo de
Troncoso (2002). Se abordan interpretaciones de estos datos, así como el
análisis de la asignación cronológica y cultural, que a pesar de presentar
problemas discutidos por diversos autores, cuenta con una sistematización
basada en criterios que nos pueden
acercar a una cronología relativa de los petroglifos ahora estudiados (Mostny y
Niemeyer 1983; Aldunate et al. 1985; Gallardo et al. 1996).
El Coligüe |
El Coligüe |
Petroglifo mascariforme de Mincha |
El Riíto |
Los petroglifos de El Riíto (24%) y Quebrada de Linares (12,7%) son conjuntos
rupestres situados en quebradas, que demarcan lo que parece ser una vía de
tránsito, a juzgar por la disposición en doble hilera, en el caso de El Riíto,
señalando un “sendero” aparentemente dirigido a un cauce, cuya morfología y
vegetación circundante sugieren un antiguo paso de agua. Se adscriben, por lo
tanto, a lo que Jackson denomina "Rocas demarcadoras de Hitos
Geográficos". Sin embargo, los
petroglifos de El Coligüe (57%) están dentro de aquellas "Rocas aisladas y
conjuntos pequeños" (Jackson et al. 2002), enclavados en laderas, valles
y quebradas entre los cerros, donde aparecen
diseños variados tanto abstractos (geométricos) como figurativos
(mascariformes, antropomorfos, zoomorfos, escenas).
Niño de El Coligüe |
En cuanto a la
frecuencia de motivos abstractos y figurativos en El Coligüe (el sitio
con mayor abundancia de petroglifos de Canela), dicha frecuencia surge
contabilizando la cantidad de paneles en los que figura un determinado motivo y
no la cantidad individual en que éste aparece. Aparte de los motivos que no
hemos podido identificar (23), el círculo es lo más abundante en el grupo de
los abstracto(26 en total: con uno, dos
o tres apéndices, con un punto en el medio, círculos concéntricos,
entrelazados). Le siguen las líneas serpenteadas o meándricas (9) y las
retículas o celdas (8). Por último, la cruz o signo escudo (1) (cruz y signo
escudo se agruparon juntos como instrumento clasificatorio, con lo cual no
queremos decir que signifiquen lo mismo; en El Coligüe es un signo escudo lo
que aparece representado, siendo el resto de representaciones, en otras
localidades, cruces) y el “sol” (1),
aparecen apenas representados.
El Coligüe |
Por su parte, dentro de los motivos figurativos en El Coligüe lo más abundante es la figura antropomorfa (38 figuras humanas realistas o naturalistas, estilizadas, simples y complejas). Le siguen los motivos zoomorfos (sean aves, camélidos u otro tipo de cuadrúpedo, representados en 17 paneles), algunos reflejando escenas ente humanos y animales, sobre todo camélidos. Aquí es difícil inferir si se trata de animales silvestres o domesticados, ya que el dimorfismo entre los camélidos silvestres (guanaco-vicuña) y los domésticos (llama-alpaca) no es suficientemente marcado como para capturar esa diferencia (Berenguer 1996). Además, según Clottes (1989), el artista primero transforma los rasgos de forma y postura del motivo a representar en una imagen mental, que luego convierte en una figura (Clottes 1989). En una buena parte de la literatura chilena sobre arte rupestre se habla de paneles de interacción entre hombres y camélidos domesticados o en proceso de domesticación. No obstante, un detenido análisis de todos los elementos y composiciones aparentemente relacionadas con actividades ganaderas, nos lleva a adoptar una actitud prudente acerca de su identidad como tales. Las agrupaciones de animales en actitud reposada no necesariamente son testimonio de labores de pastoreo. Por otra parte, cuando en el panel se incluye la figura humana, se podría tratar de composiciones acumulativas (sobreposiciones y yuxtaposiciones), vale decir, modificaciones a lo largo del tiempo que van alterando el significado original. Lo que puede parecer una escena de domesticación, puede tratarse en realidad de cuadrúpedos pastando o siendo sorprendidos por el lazo de un hombre en afanes de captura. Es probable, no obstante, que en gran medida este tipo de escenas coincida con un área idónea para la caza, la vigilancia o el pastoreo.
El Coligüe |
En todo caso, la
identificación de actividades cinegéticas y
ganaderas entre las representaciones rupestres mismas, o de especies
como los caballos (morfología claramente distintiva), si son de una claridad
interpretativa suficiente, contribuye bastante a establecer un marco
cronológico y cultural hasta fechas muy recientes en el caso de Canela, si
tenemos en cuenta los paneles con
jinetes (3) y el momento en que la conquista hispánica permite la reaparición
del caballo en la región. Puede ser que los motivos ecuestres signifiquen
tardías reminiscencias de los tiempos en que grabados y pintura en las rocas
eran temas habituales. También cabe la posibilidad que se trate de españoles
representados por los indígenas, como una forma de retratar los nuevos tiempos
o bien manifestar signos de rebeldía tratando de preservar las costumbres en
recónditos lugares, desafiando el proceso de extirpación de idolatrías en
marcha.
El Coligüe |
El Coligüe |
Vista de Linares |
Respecto a
la asignación cultural y cronología de los petroglifos, la opinión general es
que si éstos se encuentran en sitios y rocas distribuidas en espacios abiertos,
con escasa o nula evidencia arqueológica en los alrededores, como sucede en
Canela, su asignación cultural y temporal se torna en un problema, debiendo
ampliar la mirada en busca de áreas afines donde existan dataciones o
asignaciones comprobadas, que puedan ayudar en la solución del problema. Aún
cuando se trate de una situación con muchas aristas, otro camino ha sido
comparar los diseños o técnicas de los dibujos con estilos reconocidos en otros
sectores, Así, en Canela se documentan diseños mascariformes (Mincha), muy
característicos del estilo Limarí, adscrito a la cultura El Molle. Creemos que lo más importante en
cuanto a la interpretación del contexto
cultural y cronológico a través de excavaciones y estudio de los materiales
recuperados, no es tanto asignar una data a los petroglifos asociados, sino
tener la posibilidad de comparar las interpretaciones obtenidas en los
distintos niveles de análisis (distribución espacial, frecuencia de motivos y
contexto arqueológico), para lograr una comprensión más global de las
manifestaciones rupestres y de la sociedad a la que se adscriben. Entonces, una
interpretación bien dirigida del arte rupestre puede acercarnos a la sociología
de una comunidad, luego que este tipo de materialidad desde hace pocos años pasa a formar parte del
proceso interpretativo de las sociedades prehistóricas. Estamos seguros que
esto constituye un componente fundamental en el conocimiento de los pueblos
precolombinos.
Cabras sobre los petroglifos. Linares |
Por último, no está de más hacer una aclaración. Se
ha hablado de acciones vandálicas en torno al arte rupestre descrito, pero
debemos señalar que si bien a diferentes niveles tanto las grandes empresas
como los pequeños organismos o las comunidades, causan deterioros sobre el
patrimonio, éstos en la mayoría de los casos son inconscientes. En general las
comunidades piensan que la arqueología es una actividad no merecedora de
atención, que el conocimiento del pasado carece de toda utilidad, y no asocian
éste con las señas identitarias que nos caracterizan. Pero en una sociedad
donde la modernidad ha provocado fenómenos de sobrevaloración de patrones
culturales provenientes del exterior, que nada tienen que ver con las realidades
socioculturales propias, es el sistema educativo, los educadores y nosotros
mismos, arqueólogos, antropólogos e historiadores, los culpables de que la
comunidad no adquiera una conciencia de la importancia de estos temas. Es
vinculando a la sociedad con la problemática y el conocimiento del pasado y la
historia, haciendo un esfuerzo porque crezca la participación ciudadana y los
hábitos en actividades a las que normalmente no está acostumbrada, que
propiciaremos la defensa contra el deterioro y expolio del patrimonio, y con
ello de la historia.
Referencias bibliográficas
Aldunate, C., J. Berenguer y V. Castro (editores) 1985 Estudios en Arte Rupestre. Primeras
Jornadas de Arte y Arqueología. Museo
Chileno de Arte Precolombino, Santiago.
Ampuero, G.
1966 Pictografías y petroglifos en la
provincia de Coquimbo: El Panul, Lagunillas y El Chacay. Notas del Museo 9, Museo Arqueológico de La Serena.
Ampuero, G.
1970 Las manifestaciones rupestres y arqueológicas del Valle del Encanto
(Ovalle, Chile). Boletín del Museo
Arqueológico de La Serena 14:71-103.
Ampuero, G.
y M. Rivera 1971 Las manifestaciones rupestres y arqueológicas del valle El
Encanto (Ovalle, Chile). Boletín del
Museo Arqueológico de La Serena 14:71-105.
Artigas, D. 2002
Las cabezas y los brujos: la leyenda del Chonchón en el arte rupestre del
Choapa. Revista Werken 3:81-97,
Santiago.
Artigas, D.
y D. Jackson 2002 Petroglifos del mirador de Chalinga: Signos para entender un
mundo. Revista Chilena de Antropología.
Departamento de Antropología, Universidad
de Chile.
Bahamondes,
M., D. Jackson y M. Van De Maele 1997 Relevamiento,
conservación y caracterización de un petroglifo estilo Limarí en la comuna de
Los Vilos. Valles 3:37-44. Revista de
Estudios Regionales, La Ligua.
Ballerau ,
D. y H. Niemeyer 1996 Los sitios rupestres de la cuenca alta del río Illapel
(Norte Chico, Chile). Chungará 28
(1-2):319-352, Arica.
Berenguer,
J. 1996
Identificación de camélidos en el arte rupestre de Taira: ¿Animales silvestres
o domésticos? Chungará 28(1 y
2):85-114.
Cabello, G.
2001 Acercamiento al Arte Rupestre Diaguita a partir de las máscaras del Valle
de Chalinga, IV Región. Congreso Chileno
de Antropología, Santiago.
Castillo, G.
1985 Revisión del arte rupestre Molle. En
Estudios en arte rupestre, editado
por C. Aldunate, J. Berenguer y V. Castro. Museo Chileno de Arte Precolombino,
Santiago.
Castillo, G.
2000 Arte Rupestre y Prehistoria en Los
Pelambres. Arqueología en el Valle del Cuncumén. Minera Los
Pelambres, Ed. Antártica, Santiago, pp. 33-60.
Clottes,
J. 1989 The identification of human and
animal figures in European Palaeolithic art. Aimals into art. Editado por
H. Morphy, pp.21-56, London, Unwin Hyman, One World Archaeology.
Gallardo, F.
1987 Acerca de la lógica en la interpretación del Arte Rupestre. Boletín 23:31-33. Sociedad Chilena de
Arqueología, Santiago.
Gallardo, F.
2001 Arte rupestre y emplazamiento durante el Formativo Temprano en la cuenca
del río Salado (desierto de Atacama, norte de Chile). Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino 8:83-98.
Gallardo, F., F. Vilches, L. Cornejo y C. Rees 1996 Sobre un estilo de arte
rupestre en la cuenca del río Salado (Norte de Chile): un estudio preliminar. Chungará 28 (1y2):353-364, Arica.
Iribarren,
J. 1973 Pictografías de las Provincias de Atacama y Coquimbo, Chile. Boletín 15:115-133.
Jackson,
D., D. Artigas y G. Cabello 2001 Nuevas
manifestaciones de petroglifos en la precordillera del Choapa: técnicas,
motivos y significado. Boletín 21:43-49. Sociedad Chilena de Arqueología, Santiago.
Jackson, D.,
D. Artigas y G. Cabello 2002 Trazos del
Choapa. Arte rupestre en la cuenca del río Choapa. Una perspectiva
macroespacial. Santiago.
Klein, O.
1972 Cultura Ovalle: complejo rupestre
Cabezas-Tiara, petroglifos y pictografías del Valle del Encanto. Universidad Técnica
Federico Santa María, Valparaíso.
Mostny, G.
1985 Función y significado del arte rupestre en Chile. Estudios en arte
rupestre. Primeras jornadas de Arte y
Arqueología. Museo Chileno de Arte Precolombino, Santiago.
Mostny, G. y
H. Niemeyer 1983 Arte rupestre chileno.
Ministerio de Educación. Serie Patrimonio Cultural Chileno, Santiago.
Niemeyer, H.
1977 Guía de Arte Rupestre de Chile.
Expedición a Chile. Fasc.35,36 y 37. Santiago.
Troncoso, A. 2000 Asentamientos, Petroglifos y Paisaje
Prehispánico en el valle de Illapel (Chile). Tapa 19:103-114. Laboratorio de Arqueoloxía e Formas Culturais.
Universidad de Santiago de Compostela.
Troncoso, A. 2002 A propósito del
arte rupestre. Revista Werken 3:67-79,
Santiago.
Muy curioso el grabado con jinetes, con un diseño más elaborado, incluso con una composición y perspectiva, seguramente devido a su origen más reciente. Las fotografías son una serie de fotografía etnográfica muy buena, con descripción de los lugares gente cultura y los petroglifos. Felicidades me parece una serie de Nat Geo. Miguel.
ResponderEliminarMuchas gracias Miguel, interesantes observaciones...
Eliminaralgun correo de contacto ? tengo muchas curiosidades tambien me e dedicado al estudio de algunos petroglifos pero mis conocimientos de estos son muy limitados y me gustaria conocer a alguien que se dedique al estudio de estos para mostrar las imagenes que e tomado
ResponderEliminarEstimado,
ResponderEliminar¿cómo le contacto? Conozco parte de estos petroglifos en el junquillar
Hermano me salvo al ultimo momento :')
ResponderEliminar