13 de febrero de 2013

Los siete presidios de Más a Tierra (Robinson Crusoe) y Más Afuera (Alejandro Selkirk). Archipiélago Juan Fernández, Chile


El mar que circunda el archipiélago se convirtió, por nada menos que siete veces, en muros de colonias penales, a lo largo de diferentes períodos históricos entre los siglos XVIII y XX. Reos coloniales  condenados a trabajos forzados, patriotas desterrados después del desastre de Rancagua, presidio de rebeldes carrerinos… todos ellos y más, condenados al peor de los presidios: el aislamiento de todo, y de todos. Más a Tierra y Más Afuera (como se denominaban las islas de Robinson Crusoe y Alejandro Selkirk respectivamente, hasta 1966) poseen una larga historia como brutales cárceles. Robinson Crusoe reúne unos 630 habitantes, concentrados en su mayoría en el poblado de San Juan Bautista (Bahía Cumberland), que viven mayormente de la pesca de la langosta y tiene una superficie de 96 km2.
Más a Tierra (Robinson Crusoe). Jacques Nicolas Bellin 1703-1772
"Carte particuliere de l'Isle de Juan Fernandés" (París 1753)
Más a Tierra, siglos XVIII-XIX (1749-1814).
Los reos coloniales
El virrey del Perú Manso de Velasco, decidió recluir hacia mediados del siglo XVIII, en Más a Tierra, a los criminales más peligrosos, condenados por las Reales Audiencias de Quito y de Santiago, con la esperanza de que su aislamiento produjera el milagro de su readaptación. Con la fundación del caserío de San Juan Bautista, en 1749, empezó la trayectoria de miseria, instintos desencadenados, crímenes, pasiones y fugas novelescas, que caracterizaron la historia de Juan Fernández por más de un siglo. 
Junto con fortificar y poblar, los gobernantes virreinales enviaron a las islas a diversos delincuentes, que llegaban con sólo una camisa, un pantalón y un jergón para dormir, con lo que se les soltaba en la playa como fieras bravías. La categoría de los presos variaba, desde simples blasfemos hasta peligrosos homicidas, e incluso algunos inocentes, y los había de varias procedencias (peruanos ecuatorianos, chilenos). Los progresos que se realizaron en la isla fueron mínimos, ya que éstos dependían del trabajo forzado de la población penal, y los miembros de la junta de Gobierno de 1810, miraron con horror el desorden y la vida de este lugar, por lo que un año después de la declaración de la Independencia de Chile, se reconoció la importancia de Juan Fernández enviando a Manuel Santa María y Escobedo, del nuevo gobierno constituido por los criollos. Se pretendía destruir aquel presidio, pero ocupados con los problemas internos ocurridos en Chile continental, las autoridades olvidaron las confinadas tierras de Juan Fernández. Fue entonces cuando el presidio al no recibir abastecimiento desde el continente, se vistió con el manto fantasmal del hambre durante 1811 y 1812, hasta que a mediados de 1814, se desmontó por fin el primer presidio.
Interior Cueva de los Patriotas. Más a Tierra (Robinson Crusoe)
Más a Tierra, siglo XIX (1814-1817).
Los patriotas de Rancagua
Después de la derrota de Rancagua en 1814, los españoles entraron en la capital del continente (Santiago) tomando calles y cuarteles. Un mes más tarde, en la noche del 9 de noviembre, se echaron los Talaveras de Maroto y de San Bruno sobre los incautos patricios que, confiados en promesas de Osorio, habían vuelto a sus hogares desde sus chacras y estancias.
Cincuenta de ellos, la mayoría ancianos, fueron arrancados de sus lechos y arrastrados a la cárcel, para emprender una cabalgata de dos días hacia Valparaíso. En el puerto se formó la caravana del destierro a la isla de Más a Tierra que duró 27 meses de soledad, hambre y miseria. Entre los patricios aprehendidos figuraban ilustres criollos, miembros de la Junta que gobernó el país de 1810 a 1814. Los 300 desterrados fueron embarcados en la corbeta "Sebastiana", y amontonados en su bodega. A los pocos meses se agregó una segunda partida de patriotas de La Serena, y más tarde otra de peruanos que se pudrían en las casamatas del Callao. Los sufrimientos que sobrellevaron en sus celdas de berras fueron trazadas por Juan Egaña en su poema "La Fernandina". El peor enemigo que debieron enfrentar fue la plaga permanente de roedores tan audaces, que mataban a gatos y a perros. El tormento del viento y el frío, y el incendio de sus chozas, llevó a algunos a suicidarse para acabar con la pesadilla. Luego fueron conducidos a unas cuevas hechas durante el período colonial en las rocas que rodean bahía Cumberland, donde hoy pueden verse las huellas de las largas varas que sostenían sus literas en las húmedas paredes, y que actualmente en honor a ellos son denominadas "Cuevas de los patriotas". Entre las escenas vividas, destaca las disputas por las pocas mujeres que formaban la población civil, entre confinadas y pobladoras, por parte del personal de tropa y prisioneros comunes. En 1817 llegó un coronel a parlamentar sobre la libertad de los presos con el último gobernador español, quien aceptó ante el barco que apuntaba sus cañones sobre la fortaleza hispana. Ese mismo año llegaron los desterrados a Valparaíso.
Exterior Cueva de los Patriotas
Más a Tierra (Robinson Crusoe)
Más a Tierra, siglo XIX (1821). Los rebeldes carrerinos
En 1821 una corbeta llevaba nuevamente presos a Juan Fernández. Se trataba esta vez de partidarios de los hermanos Carrera, acusados de provocar una sublevación en contra del gobierno. Los más leales partidarios fueron desterrados a Más a Tierra.
 Las haciendas y propiedades de la familia Carrera fueron confiscadas, y su anciano padre desterrado a la isla desierta, aunque se le permitió regresar, llegando a tiempo para morir en su hogar. El alcalde de la isla ejerció un implacable control durante meses, pero un motín organizado por los gendarmes, los reos políticos, los presos comunes y las mujeres, lo despojaron del poder para entregar el mando a uno de los reclusos. Inspirados en el deseo de llegar al continente hicieron varias tentativas de apoderarse de algún barco, y algunos pagaron con su vidas querer vencer el Pacifico en una chalupa, hasta que ocho meses después se puso fin al confinamiento de los reclusos.
Presidio de Juan Fernández en poblado de Juan Bautista
Grabado de Claudio Gray. 1854
Más a Tierra, siglo XIX (1834).
El presidio Bulnes
Las batallas de Loncomilla y de La Serena, reabrieron las puertas del presidio de Juan Fernández y allí se volvieron a congregar los odios políticos, los ideales tronchados y las esperanzas convertidas en despecho.
 El presidente Manuel Bulnes estableció una cárcel para sus opositores.
Juan Antonio Soto, el subdelegado civil, pasó a ser alcalde de Juan Fernández. Mal se avenía con su bonachona disposición el duro papel de carcelero de sus propios compatriotas, por lo que trató de hacer lo más llevadera posible la vida de estos hombres que, por exigir más libertad, la habían perdido completamente.
Organizaba partidas de caza, que derivaban en comilonas de cabro asado y en alegres fiestas campesinas. Evitó por todos los medios que los reclusos sufrieran hambre y se preocupó en forma constante de su bienestar.
 Sin embargo, en cuanto pudieron, los reclusos asaltaron un buque, obligándolo a hacer rumbo hacia el continente, donde quedaron Soto y los demás rehenes. Posteriormente, dos goletas llegaron a Más a Tierra, y los presos asaltaron ambas (mejores embarcaciones que aquella de la que disponían) a mano armada y obligaron a sus capitanes a transportarlos al continente, con éxito. Quedó en la isla sólo un reducido número de presos políticos, cuyo destino histórico era servir de nexo, entre los relegados de Bulnes y los reos comunes recluidos por el presidente.
 Otros cien presos llegaron a la isla, que pronto empezaron a fraguar la captura de sus guardianes, para darse a la fuga; pero estos reos no estaban unidos por el lazo espiritual de una idea y de una esperanza, como los reclusos políticos y dos de sus propios compañeros hicieron fracasar el movimiento, delatando a los cabecillas. 
Gradualmente empezó a desmantelarse el presidio, que fue el último de la isla Más a Tierra, hasta desaparecer completamente por el año 1834. 
Alejandro Selkirk tiene unos 48 km2 y sus 57 habitantes viven (en unas 26 viviendas) de la pesca de la langosta durante 7 meses al año que dura la temporada, para luego volver a Robinson Crusoe. Como ésta, Alejandro Selkirk también tiene su historia como presidio.
Más Afuera (Alejandro Selkirk). 1918
Más Afuera, siglo XX (1909-1913). 
El presidio agrícola
Bajo la presidencia de Pedro Montt, fue creado el primer presidio agrícola en Isla Más Afuera, por decreto del Ministerio de Justicia N.º 2961 del 23 de Noviembre de 1908, y se estableció el 29 de Abril de 1909, con la llegada de 60 reos comunes, alcanzando una población de 190 reos comunes en total.
 Se contaba con una goleta llamada "Alejandro Selkirk" para realizar los traslados de reos y mercaderías, desde el continente a la isla. Lamentablemente esta naufragó, y debido a lo estéril de la isla en materia de cultivos, la pérdida de la goleta y los desórdenes en el penal, provocaron que el presidio fuera disuelto en 1913. A muchos presos se les indultó y a otros se les rebajó la pena.
Más Afuera, siglo XX (1927-1930). La prisión Carlos Ibáñez
Nuevamente en 1927, algunos reos comunes de las cárceles del continente, llegaron a Más Afuera a desperezar sus músculos cohibidos por la inactividad que penosamente debieron soportar en las celdas carcelarias. Nuevamente se trató de cambiar sus rostros bestializados por el delito, en risueñas caras tostadas de agricultores.
 Esta vez no llegaron solos, pues cien presos políticos llegaron con ellos. Los arados volvieron a dar vuelta la tierra negra, y de nuevo se entregaron las simientes a su regazo mezquino. 
Los reos políticos, de agricultores, hubieron de convertirse en leñadores y en pintores de brocha gorda, construyendo barracones, un sistema de alcantarillado y una cancha de fútbol. La lluvia eternizaba su labor de arreglar los toscos exteriores de las casas de la colonia.
 Los reos comunes, transportaban piedras de un punto a otro de la isla y cazaban subsidiariamente cabras salvajes.
 Cansado de esta vida monótona, un recio líder sindical, con seis compañeros de destierro, tripuló hacia la muerte el único bote que había escapado a un naufragio. Poco a poco los presos políticos fueron substituidos por presos comunes. En 1929, sólo 16 reos políticos acompañaban a los 164 penados, y el penal fue definitivamente desmontado en 1930. El poeta y periodista Roberto Meza Fuentes, preso en la isla,  escribió un relato sobre su experiencia publicado en 1931 en el   diario y recientemente publicado como libro (“Los trágicos días de Más Afuera”, 2006).
Artículos relacionados:
Robinson Crusoe, Alejandro Selkirk, Grande de Chiloé, Mocha

4 comentarios:

  1. Recuerdo haber visto un documental sobre la isla de Selkirk, pero sin profundizar en su historia. Gracias por tu aportación. Bss

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  2. aunque he leido documentos siempre es interesante leer nuevamente porque siempre hay cosas que se olvidad, refresca la memoria, en todo caso gracias amiga por compartir

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