Identifican más de 5.000
pinturas rupestres en oquedades y cañadas del municipio mexicano de Burgos, que
han desconcertado a los investigadores, pues hasta el momento se creía que la
zona había estado completamente deshabitada en tiempos prehispánicos. Las imágenes, presuntamente realizadas por grupos de
cazadores-recolectores de la región, han sido localizadas por la arqueóloga Martha García Sánchez, en la Sierra de
San Carlos, municipio de Burgos, Tamaulipas (noreste de México). La
investigadora dio a conocer esta investigación durante el Segundo Coloquio de Arqueología Histórica, que se realiza en el Museo Nacional de Historia, “Castillo de Chapultepec”.
Con el apoyo
del arqueólogo Gustavo Ramírez, del Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH) en Tamaulipas, la especialista llevó a cabo la
investigación “Las pinturas rupestres del Municipio de Burgos”, que arroja luz sobre la existencia de exactamente 4,926
pinturas rupestres, realizadas por al menos tres grupos de
cazadores-recolectores de la región: guajolotes,
iconoplos y pintos, aunque se tiene evidencia de que también se movían por
la región de la Sierra de San Carlos y áreas aledañas los grupos cadimas, conaynenes, mediquillos,
mezquites, cometunas y canaimes, entre otros.
En el encuentro académico
organizado por el INAH, la investigadora egresada de la Universidad Autónoma de Zacatecas, explicó que fue en 2006 cuando
tuvo noticia de la existencia de dichas manifestaciones rupestres, pero fue hace
dos años cuando comenzó el registro de varias de ellas con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
Las pinturas son de carácter antropomorfo, zoomorfo, astronómico y abstracto, y su importancia
radica sobre todo en que con base en ellas, se ha podido documentar la
presencia de grupos prehispánicos en Burgos, cuando hasta el momento se creía
que la zona había estado completamente deshabitada en tiempos prehispánicos. Sólo en la “Cueva
de los Caballos”, se registraron más de 1.550 imágenes; pero falta analizar
el componente cultural de las pinturas porque allí está representado un mitote. En la “Cueva del Indio” se hallaron representaciones de atlatl (arma prehispánica usada
para cazar), lo que tampoco había sido encontrado con anterioridad en el arte rupestre
de Tamaulipas.
García Sánchez comentó que se han visitado once sitios de la
Sierra de San Carlos, como la “Cueva del Indio”, la “Cueva de los Caballos”,
dentro del Cañón de Bronce, “La Noria” y “Las Colmenas”, dentro del Cañón La
Noria, y “El Carrizo” en la Cañada de Las Pozas, entre otras.
La imágenes
dejan entrever que las actividades de los nómadas de la región se enfocaban en
la caza, pesca y recolección. Además
de la creación de imágenes antropomorfas,
religiosas, astronómicas, se plasmaron lugares temporales de vivienda, con presencia de probables tipis (tiendas de piel de forma
cónica), así como representaciones de flora
y fauna de la región, como venados,
lagartijas y ciempiés.
Para la identificación de cada una de las 4,926
imágenes de pinturas rupestres se recurrió a una estricta metodología arqueológica: se identificó el sitio, se delimitó
por paneles, se subdividieron en conjuntos, y finalmente se registraron las
figuras. La mayoría de estas pinturas tiene un perfecto estado de conservación.
Sobre
los colores (amarillo, rojo, blanco y negro), se puede precisar que los grupos
nómadas elaboraron sus pinturas con tintes orgánicos y minerales, aunque haría
falta tomar muestras para elaborar un estudio químico de los componentes de los
pigmentos.
En este sentido, el arqueólogo Gustavo
Ramírez, del Centro INAH Tamaulipas,
también señaló que por el momento no ha sido posible fechar las pinturas
rupestres, porque no se ha encontrado ningún objeto antiguo que esté asociado
al contexto y porque estas manifestaciones están en los muros de las cañadas y,
además, porque en época de lluvias la corriente del arroyo se lleva todo el
sedimento, por lo que es probable que no sea posible la datación a través de
este método.
Existe no obstante, la posibilidad de tomar muestras de los
pigmentos, lo que permitiría realizar dataciones aproximadas por medio de
análisis químicos o de radiocarbono.
La arqueóloga Martha
García Sánchez señaló que para identificar a los posibles autores de las
pinturas, se hizo una investigación en archivos, crónicas e informes de la
época colonial, en el Archivo General de
la Nación, de Nuevo León y de Tamaulipas, y el Archivo Municipal y Parroquial de Burgos, sin haberse podido
encontrar por el momento registros de estos grupos nómadas, aunque sí en cambio
de indígenas tlaxcaltecas o de Nuevo León, españoles, criollos y también franceses,
que llegaban por la costa.
Aseguró que, por desgracia, de los grupos que
habitaron las sierras de Tamaulipas, prácticamente no hay información, y sólo
se les conoce por los motes que les pusieron los conquistadores, frailes y
otros indígenas (principalmente del estado de Zacatecas) que los
acompañaban.
Los nombres de las tribus o bandas serranas van desde
descripciones de rasgos personales (borrados, pintos, sarnosos), costumbres o
actividades (cometunas, comenopales, zapoteros, andaelcamino), patronímicos de
jefes de tropillas (santiagos, villegas, pancho cojo), hasta gentilicios
(dienteños, salineros), entre muchos otros.
Estos grupos escaparon al dominio
español por casi 200 años (la evangelización de Burgos comenzó a mediados del
siglo XVIII), ya que eran indomables y huían a la sierra de San Carlos donde
tenían agua, plantas y animales para alimentarse, donde los españoles no se
introducían. E incluso en la Colonia se llegó a ofrecer 25 pesos por cada
cabellera indígena o 60 por cada cautivo “rescatado”, por lo que se sabe muy
poco de sus lenguas, ritos y costumbres.
Dos investigadores se dieron a la tarea de ubicar a los
indígenas de Tamaulipas, con base en registros y crónicas coloniales: Gabriel Saldívar, quien escribió “Los
indios de Tamaulipas”, e Isabel
Eguilaz, autora de “Los indios del Norte de México”,
para lo que se basó en documentos del Archivo
General de Indias.
El hallazgo, y todas las investigaciones que se
realizarán en un futuro, podrán arrojar luz sobre las culturas que habitaron
esta zona de México.
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