30 de mayo de 2013

Identifican 5.000 pinturas rupestres en Burgos, Tamaulipas (México) May 2013


Identifican más de 5.000 pinturas rupestres en oquedades y cañadas del municipio mexicano de Burgos, que han desconcertado a los investigadores, pues hasta el momento se creía que la zona había estado completamente deshabitada en tiempos prehispánicos. Las imágenes, presuntamente realizadas por grupos de cazadores-recolectores de la región, han sido localizadas por la arqueóloga Martha García Sánchez, en la Sierra de San Carlos, municipio de Burgos, Tamaulipas (noreste de México). La investigadora dio a conocer esta investigación durante el Segundo Coloquio de Arqueología Histórica, que se realiza en el Museo Nacional de Historia, “Castillo de Chapultepec.
Con el apoyo del arqueólogo Gustavo Ramírez, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Tamaulipas, la especialista llevó a cabo la investigación “Las pinturas rupestres del Municipio de Burgos”, que arroja luz sobre la existencia de exactamente 4,926 pinturas rupestres, realizadas por al menos tres grupos de cazadores-recolectores de la región: guajolotes, iconoplos y pintos, aunque se tiene evidencia de que también se movían por la región de la Sierra de San Carlos y áreas aledañas los grupos cadimas, conaynenes, mediquillos, mezquites, cometunas y canaimes, entre otros.

En el encuentro académico organizado por el INAH, la investigadora egresada de la Universidad Autónoma de Zacatecas, explicó que fue en 2006 cuando tuvo noticia de la existencia de dichas manifestaciones rupestres, pero fue hace dos años cuando comenzó el registro de varias de ellas con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.


Las pinturas son de carácter antropomorfo, zoomorfo, astronómico y abstracto, y su importancia radica sobre todo en que con base en ellas, se ha podido documentar la presencia de grupos prehispánicos en Burgos, cuando hasta el momento se creía que la zona había estado completamente deshabitada en tiempos prehispánicos. Sólo en la “Cueva de los Caballos”, se registraron más de 1.550 imágenes; pero falta analizar el componente cultural de las pinturas porque allí está representado un mitote. En la “Cueva del Indio” se hallaron representaciones de atlatl (arma prehispánica usada para cazar), lo que tampoco había sido encontrado con anterioridad en el arte rupestre de Tamaulipas.

García Sánchez comentó que se han visitado once sitios de la Sierra de San Carlos, como la “Cueva del Indio”, la “Cueva de los Caballos”, dentro del Cañón de Bronce, “La Noria” y “Las Colmenas”, dentro del Cañón La Noria, y “El Carrizo” en la Cañada de Las Pozas, entre otras.

La imágenes dejan entrever que las actividades de los nómadas de la región se enfocaban en la caza, pesca y recolección. Además de la creación de imágenes antropomorfas, religiosas, astronómicas, se plasmaron lugares temporales de vivienda, con presencia de probables tipis (tiendas de piel de forma cónica), así como representaciones de flora y fauna de la región, como venados, lagartijas y ciempiés.


Para la identificación de cada una de las 4,926 imágenes de pinturas rupestres se recurrió a una estricta metodología  arqueológica: se identificó el sitio, se delimitó por paneles, se subdividieron en conjuntos, y finalmente se registraron las figuras. La mayoría de estas pinturas tiene un perfecto estado de conservación.

Sobre los colores (amarillo, rojo, blanco y negro), se puede precisar que los grupos nómadas elaboraron sus pinturas con tintes orgánicos y minerales, aunque haría falta tomar muestras para elaborar un estudio químico de los componentes de los pigmentos.

En este sentido, el arqueólogo Gustavo Ramírez, del Centro INAH Tamaulipas, también señaló que por el momento no ha sido posible fechar las pinturas rupestres, porque no se ha encontrado ningún objeto antiguo que esté asociado al contexto y porque estas manifestaciones están en los muros de las cañadas y, además, porque en época de lluvias la corriente del arroyo se lleva todo el sedimento, por lo que es probable que no sea posible la datación a través de este método.

Existe no obstante, la posibilidad de tomar muestras de los pigmentos, lo que permitiría realizar dataciones aproximadas por medio de análisis químicos o de radiocarbono.

 
La arqueóloga Martha García Sánchez señaló que para identificar a los posibles autores de las pinturas, se hizo una investigación en archivos, crónicas e informes de la época colonial, en el Archivo General de la Nación, de Nuevo León y de Tamaulipas, y el  Archivo Municipal y Parroquial de Burgos, sin haberse podido encontrar por el momento registros de estos grupos nómadas, aunque sí en cambio de indígenas tlaxcaltecas o de Nuevo León, españoles, criollos y también franceses, que llegaban por la costa.

Aseguró que, por desgracia, de los grupos que habitaron las sierras de Tamaulipas, prácticamente no hay información, y sólo se les conoce por los motes que les pusieron los conquistadores, frailes y otros indígenas (principalmente del estado de Zacatecas) que los acompañaban.

Los nombres de las tribus o bandas serranas van desde descripciones de rasgos personales (borrados, pintos, sarnosos), costumbres o actividades (cometunas, comenopales, zapoteros, andaelcamino), patronímicos de jefes de tropillas (santiagos, villegas, pancho cojo), hasta gentilicios (dienteños, salineros), entre muchos otros.

Estos grupos escaparon al dominio español por casi 200 años (la evangelización de Burgos comenzó a mediados del siglo XVIII), ya que eran indomables y huían a la sierra de San Carlos donde tenían agua, plantas y animales para alimentarse, donde los españoles no se introducían. E incluso en la Colonia se llegó a ofrecer 25 pesos por cada cabellera indígena o 60 por cada cautivo “rescatado”, por lo que se sabe muy poco de sus lenguas, ritos y costumbres.
Dos investigadores se dieron a la tarea de ubicar a los indígenas de Tamaulipas, con base en registros y crónicas coloniales: Gabriel Saldívar, quien escribió “Los indios de Tamaulipas”, e Isabel Eguilaz, autora de “Los indios del Norte de México”, para lo que se basó en documentos del Archivo General de Indias.

El hallazgo, y todas las investigaciones que se realizarán en un futuro, podrán arrojar luz sobre las culturas que habitaron esta zona de México.

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