4 de agosto de 2012

Desmontando mitos: moai, mana, rongorongo y canibalismo

Los moai que caminan, el enigmático mana, la escritura rongorongo y el canibalismo: ¿qué cuentan las leyendas y la población rapanui actual?
Atardecer en Ahu Ko Te Riku, en el complejo Tahai, 
cerca de Hanga Roa
Desde las teorías de Von Däniken que especulaban con la ayuda de cosmonautas para el traslado de los pesados moai, hasta los últimos trabajos de Terry Hunt y Carl Lipo, en que un moai de 5 toneladas es movido con un sistema de cuerdas y fuerza humana, veremos la evolución de los conocimientos en este sentido (Heyerdahl, Mulloy, Love, Pavel Pavel, Van Tilburg), y la opinión del pueblo rapanui y sus tradiciones orales. Hablaremos de los diversos conceptos que han sido otorgados al enigmático mana, esa fuerza sobrenatural de los ariki, con la que supuestamente eran capaces de mover pesados objetos. Haremos un breve repaso a las investigaciones en torno a la aún no descifrada escritura rongorongo, una de las pocas en el globo que quedan por interpretar (Jaussen, Routledge, Métraux, Englert, Barthel, Fischer, Fedorova, Bettocchi), y las fuentes y pruebas que nos indican la existencia de antropofagia, o canibalismo, en ciertos períodos convulsos de la Historia de la Isla de Pascua (Ana Kai Tangata). Pero, más allá de teorías esotéricas o científicas, veremos qué cuentan las leyendas y qué opinan los propios rapanui sobre estos temas que tanto nos atraen y sobre los que tanto discutimos.
El traslado de los moai
Para arrastrar un moai a la costa, al ahu Tongariki, colocaban un tronco de un árbol en un hoyo; a este tronco lo llamaban tu’u. Lo amarraban con sogas, haciendo triple amarra para sujetarlo bien. Al estar firme el tu’u, amarraban a media altura el tonga, palo transversal… Levantaban entonces el moai y lo ataban con soga en el tonga.
Referido por Santiago Pakarati en Leyendas de Isla de Pascua
Padre Sebastián Englert (1888-1969)
Para colocar el pukao sobre un moai, tuvieron que amontonar piedras; volteaban entonces el pukao sobre éstas hasta llegar arriba, a la cabeza del moai. Usando una angarilla hecha de gruesos palos, lo hacían entrar en la cabeza. Después deshacían el amontonamiento, sacaban las piedras y las dejaban para el ahu.
Referido por Carlos Teao Tori en Leyendas de Isla de Pascua
Sebastián Englert (1888-1969)
Experimento realizado en 1986 por el checo Pavel Pavel con reproducción en cemento de un moai
Desde que Von Däniken asegurara que cosmonautas habían ayudado al antiguo pueblo rapanui en el traslado de los moai, mucho agua ha corrido en torno al tema. Ya en los años '50 y '60, Thor Heyerdahl y William Mulloy demostraron que era posible trasladar estas estatuas con la ayuda de sogas y troncos, ya fuera en forma de horquilla o de rieles. Más tarde, en los años '80, Charles Love y Pavel Pavel realizaron experimentos con reproducciones en cemento que demostraban lo mismo. El último trabajo al respecto, desarrollado por Terry Hunt y Carl Lipo, también demuestra claramente la relativa facilidad de mover un moai con un simple sistema de cuerdas y fuerza humana, sin utilizar ni siquiera troncos.
Experimento realizado en 2011 por Terry Hunt y Carl Lipo con reproducción en cemento de un moai de 5 toneladas. Fotograma de vídeo del número de julio 2012 de National Geographic

Los moai no son simples estatuas de piedra, son seres vivos, imágenes de los antepasados, los tupuna, cargadas de espiritualidad, de mana. Los ahu sobre los que se erigen, antes eran lugares sagrados donde se enterraban los cuerpos de los fallecidos en pequeños compartimentos, con aire y espacio que dejaba circular el mana. Por tanto no importaba cuán difícil resultara su traslado. Se hacía siguiendo una tradición, y por razones muy específicas, según las tradiciones y creencias religiosas. Ahora los cuerpos se apilan en dos pequeños cementerios católicos que distan mucho de la esencia rapanui, de su idiosincrasia. ¿Es posible que los moai caminaran? Es posible, con ingenio, sogas, troncos, fuerza humana. Ellos así lo ven, y ven que muchos enigmas que aún quedan por resolver, no son tales pues la verdad está ahí, ante nuestros ojos, bella, interesante, apasionante y llenadora, más que las fantasías que por décadas hemos tejido.
Ahu Nau Nau, en Anakena, donde se estableció el primer ariki Hotu Matu’a, llegado de la mítica Hiva, siguiendo el sueño de Haumaka. Foto: Ian Parker
El mana, energía natural
El mana es una energía pura, presente en todos los seres vivos, entre ellos las rocas y sobre todo los moai, y por supuesto el hombre, que tiene mana por naturaleza. Pero la pérdida del sentido espiritual de la vida no les deja desarrollar ese dote actualmente. Antiguamente, al mantener los huesos de los difuntos sobre la superficie, se estaba conectando con tierra toda esta energía, que iba constantemente renovándose de nuevos espíritus o varua, por cada generación que debía recargarse, a su vez, de esta energía para subsistir.

 Según ellos está escrito en los rongorongo: mantengan sus huesos en los ahu o perderán el contacto con el ancestro para poder guiarlos. Cada vez el rapanui se convierte en un pueblo más pobre en tradiciones y va en un vórtice de desarrollo a presión alejándose de su cultura ancestral.
Moai del volcán de Rano Raraku, cantera de toba volcánica de los moai, e importante centro ceremonial
Ellos afirman que precisan levantar los huesos de sus tupuna y llevarlos a los ahu, tal como hicieron con sus antepasados, eso es recuperar la cultura para poder preservarla. 

No se trata del simple hecho de mover los huesos, se trata de concentrar el mana, sanearse espiritualmente, aferrarse a las antiguas costumbres. Desean recuperar el mana para preservarse como pueblo en un mundo que se globaliza, un mundo que pierde su identidad, su esencia.

 Se dice que el rapanui sólo vive el día a día, que no se proyecta, y es cierto, porque él considera que no es necesario planificar un futuro cuando se vive con el espíritu libre, cuando se está cargado de mana, pues éste viene hacia ti.


Ahu Tongariki, el mayor ahu, y que contiene el mayor número de moai, quince, restaurados entre 1995 y 1997 por el arqueólogo chileno Claudio Cristino. Foto: Alex Guerra
La tierra con todos los seres vivos que en ella y de ella crecen, forman parte de la vida de los rapanui, no es algo separado, algo que pueda controlarse o simplemente ignorarse. Una bella leyenda llamada Poki iti iti a Maitaki explica que nada es controlable por el ser humano, que somos una pelusa en el espacio, y que si no aceptamos eso, nunca sabremos nada. El mana fluye a través de las plantas, también de las piedras, el agua… ¿cómo se puede controlar eso, sin influir en el entorno? Filosofía polinésica ancestral. Un paradigma más, según los rapanui, que echar abajo sobre la Historia de la isla. ¿Qué es el mana? Es una fuerza natural que fluye entre las personas y que organiza la vida sobre la tierra. No puede ser controlado, pero sí se le puede orientar, aunque tarde o temprano, sigue su propio curso. 

Atardecer en Ahu Vai Ure, en el complejo Tahai, cerca de Hanga Roa. Foto: Alex Guerra


Las tablillas o kohau rongorongo
En la época del reino del ariki Nga-ara, antes de las guerras tribales, se desarrollaban ceremonias anuales en Anakena. Eso se celebraba en tiempo de paz. Venían los maestros y estudiantes a recitar el rongorongo. Tenían tablillas en sus manos y se escuchaba el ruido de los bastones pegando a la tierra del camino.
Referido por Ramón Te Haha en El misterio de Isla de Pascua
Katherine Routledge  (1866-1935)
Tablilla Aruku Kurenga, guardada en los Sagrados Corazones Picpus de Roma

El desciframiento de las tablillas rongorongo es sin  duda uno de los más interesantes desafíos de la investigación del pasado de Isla de Pascua. El significado de sus signos finamente grabados con dientes de tiburón o lascas de obsidiana, supuestamente ideográficos, y escritos en bustrófedon (comienzan a leerse por la izquierda y luego se gira la tablilla para leer la siguiente línea que está en posición inversa), sobre tablillas de toromiro o palo de rosa de Oceanía, es uno de los últimos misterios de la isla que quedan por desvelar. Desde copulaciones cosmogónicas (Obispo Jaussen, Steven Fischer) a datos astronómicos y para la navegación (Jacques Guy), pasando por códigos mnemotécnicos (Katherine Routledge, Albert Métraux y Sebastián Englert), o textos realizados con una escritura compleja (Thomas Barthel, Irina Fedorova, Lorena Bettocchi), son muchos los datos que se han ido extrayendo parcialmente del exiguo número de tablillas conservadas. Lingüistas, antropólogos y aficionados han dedicado la vida a su estudio, consiguiendo apenas acercamientos incompletos a su interpretación. ¿Qué dicen las leyendas y los rapanui actuales sobre el tema?
Tablilla Pequeña de Santiago, guardada en el Museo Nacional de Historia Natural de Santiago
El mito de Haumaka cuenta que un nativo de Hiva, isla mítica originaria de los primeros rapanui, llamado Haumaka, tuvo un sueño en el cual su espíritu viajó a una tierra lejana, buscando una residencia para el rey Hotu Matu’a, llamando a ese lugar imaginario, Te Pito o Te Kainga un Hau Maka, o sea, El pequeño fragmento de tierra de Hau Maka. Al escuchar esta historia, Hotu Matu’a decidió cruzar el océano junto con otros exploradores, para hallar mejores tierras que aquellas en las que moraban. Lejos de viajar a ciegas, ellos no hicieron más que seguir las indicaciones dadas por Hau Maka en sus ensoñaciones, que eran muy exactas según cuenta la leyenda: lunga i, viento arriba en el sudeste, tau de e, hacia afuera, ro a del revareva de e, como contorno permanente, i raa del te del roto i, en medio del levantamiento del sol. Ellos llegaron siguiendo las coordenadas de aquel nativo, con 69 tablillas rongorongo. 
Detalle de signos rongorongo
A pesar que los investigadores marcan la firma del tratado de anexión de la isla a España, de los tres ariki rapanui con el comandante del buque de Felipe González de Haedo en 1770, y 1864 como la fecha segura de la existencia de tablillas, a través de los escritos del misionero Eugène Eyraud, ya mucho antes de la llegada de los primeros europeos a la isla, existían en una cueva llamada Ana O Keke, signos grabados en las paredes rocosas muy similares a los signos de los kohau rongorongo.
Signos grabados en la pared rocosa cercana al acceso de la cueva Ana O Keke. Foto: Alex Guerra
Pero sobre el significado, el origen y la antigüedad exactas, no hay pruebas que permitan asegurar nada, sino sólo especular sobre suposiciones. Lo que sí podemos afirmar es que la escasez de tablillas en la actualidad es consecuencia de la dañina y fatal presencia europea en la isla. A partir de la llegada de los primeros misioneros, la mayoría de ellas fueron quemadas, por ser consideradas satánicas, portadoras de extraños estados mentales y espirituales, mensajes no convenientes para la labor evangelizadora. Los centenares de objetos rongorongo, sobre los cuales da fe Eugène Eyraud, demuestran la existencia de una tradición antigua aún duradera, a pesar de los devastadores efectos de las correrías de los esclavizadores peruanos, que acabaron con los últimos sobrevivientes que conservaban en su memoria la capacidad de interpretar las tablillas.
Vista aérea de Isla de Pascua, por el lado del volcán del Rano Kau, donde se halla el centro ceremonial de Orongo
Canibalismo en la sociedad antigua rapanui
Mataron a Ure o Hei, le cubrieron de hojas de caña de azúcar y lo chamuscaron. Cuando estaba bien chamuscado, lo rasparon, limpiando las partes sucias chamuscadas; encendieron fuego para el curanto y lo cocieron… Mi madre me contó que en las guerras mataban a hombres, y cortaban sus cuerpos en pedazos que repartían entre la gente.
Referido por Juan Tepano Rano en Leyendas de Isla de Pascua
Sebastián Englert (1888-1969)
Detalle de pictografías representando al tangata manu u hombre pájaro, en la Ana Kai Tangata. Foto: Oriol Alamany

Existe una cueva en la isla, la Ana Kai Tangata, cuyo nombre traducido literalmente del rapanui moderno al castellano, vendría a significar la cueva donde comían a los hombres. Sin embargo, también podría interpretarse como la cueva donde los hombres comían. Pero discusiones idiomáticas aparte, lo cierto es que en ella se han encontrado restos de huesos humanos carbonizados, y las leyendas y tradiciones orales nos hablan claramente de canibalismo en aquellas convulsas épocas en que la cueva fue habitada: la época de un cambio radical de paradigma social y político, que pasó del culto a los antiguos clanes  y sus ariki o jefes, al culto al tangata manu u hombre pájaro, desarrollado en el bello centro ceremonial de Orongo. Por lo tanto, a pesar que las pruebas arqueológicas no son rotundas para probarlo, y las afirmaciones sobre el tema pudieron, en su época, estar condicionadas por la exaltación de investigadores ávidos de datos morbosos que servían para sus propósitos de atraer la atención del gran público, puede perfectamente inferirse que probablemente se practicó la antropofagia en ese lugar, y al ser de fácil acceso, es muy visitada y los turistas acuden a presenciar donde se supone que esta práctica se llevó a cabo. Además la antropofagia era práctica (y sigue siendo en algunos puntos de Centro América, Africa y Oceanía) común en pueblos indígenas, como parte de costumbres ancestrales muy arraigadas, rituales para absorber la energía o poder del enemigo, o incluso, en momentos en que era necesario para la supervivencia, como parece haber sido el caso de Isla de Pascua.
Detalle de pictografías representando al tangata manu u hombre pájaro, en la Ana Kai Tangata. Foto: Alex Guerra
La importancia de la cueva es innegable. Los pigmentos con los que se realizaron las pictografías de sus paredes rocosas, que fueron traídos desde lejos hasta aquí, demuestran que el lugar fue sagrado, por alguna razón que escapa a nuestro entendimiento. Fue un lugar muy especial para los antiguos rapanui, que lo utilizaron y dejaron sus huellas en forma de un arte cuya intencionalidad no creo que pase por una función práctica, sino que se trata sin duda alguna de parte de un ritual mágico. 
Vista del recinto sagrado de Mata Ngarau, uno de las mayores y mejores concentraciones de petroglifos de la isla, en el centro ceremonial de Orongo, volcán del Rano Kau. Foto: Alex Guerra

6 comentarios:

  1. Me parecen sorprendentes las pinturas en la cueva. No se parecen a las pinturas rupestres que estamos acostumbrados a ver. Destaca la utilización del color y repetición de motivos. Parece arte abstracto.
    Como siempre es un placer leer lo que publicas en este blog.

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  2. No me canso de leer este blog, siempre hay algo mas que aprender sobre la isla, misteriosa es la isla y misteriosa es su gente.

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  3. QUE APASIONANTE TEMA. SOLO PEDIRIA QUE NO LO NARREN A MANERA DE INTRIGA PORQUE CREA EXPECTATIVAS SIN FUNDAMENTOS CIENTIFICOS. GRACIAS POR SUS INVESTIGACIONES.

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    1. Hola, tal vez el título es un poco intrigante, porque el artículo fue elaborado para una conferencia justamente en un ámbito del misterio. Pero como habrás podido concluir, después de la lectura, el propósito del texto es justamente desmontar algunos de los mitos sobre temas que se creían, y a veces aún se creen, envueltos en misterio, y que no lo son. Muchas gracias por entrar al blog y leer los textos.

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  4. Alex, la foto aerea de la isla con el Rano Kau es tuya? si es así como puedo contactarte para incluirla en una publicacion?
    rodrigo@rffilms.cl

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    1. Perdona Rodrigo, hace tiempo no visito mi blog y acabo de ver tu pregunta. No, la foto no es mía y no conozco la autoría.

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