Los cazadores más australes del mundo, los selk’nam, vivieron en la Isla Grande de Tierra del Fuego. Formaban
un pueblo apuesto y vigoroso, constituido por guerreros, chamanes, fabricantes
de bellos canastos y soberbios arcos y flechas. También mimos, payasos,
bailarines y cantantes, fueron amantes de los bosques, pampas y montañas de su
tierra. Los mitos, rituales y relaciones entre los hombres y mujeres,
expresados a través de la gran ceremonia del Hain, reflejan la ideología de una sociedad que conservó hasta el
final un sorprendente cúmulo de recuerdos, y que vio morir a su último integrante,
una mujer nacida a principios del siglo XX, en abril de 1974: Ángela Loij.
Ángela Loij con pintura facial. Foto: M. Gusinde 1923 |
Llamados onas por sus vecinos
canoeros del sur (que significa en lengua yamana
“hombres de a pie” o "gente del norte”), los selk’nam
(“clan de la rama separada” o “clan de la rama selecta”), se distribuyeron en
tres espacios diferentes de la isla, aunque conservaban entre sí una clara
unión lingüística, racial y cultural.
Mujeres pintadas en el juego de kewánix. Centro: A. Loij. Foto: Martín Gusinde 1923 |
Hacia fines del siglo
XIX la Isla Grande de Tierra del Fuego concitó el interés de grandes compañías
ganaderas. La introducción de las estancias ovejeras creó fuertes conflictos
entre los nativos y los colonos europeos, argentinos y chilenos (aventureros,
buscadores de oro, colonos, ganaderos), lo cual adquirió ribetes de guerra de
exterminio, a lo que los nativos intentaron resistirse, pero sus desventajas
eran patentes, y su resistencia por permanecer en sus territorios fue inútil. Las
grandes compañías ovejeras llegaron a pagar una libra esterlina por cada selk’nam muerto, lo que era confirmado
presentando manos u orejas. Las tribus del norte fueron las primeras afectadas,
iniciándose una oleada migratoria al extremo sur de la isla para escapar a las
masacres. En busca de alternativas a la matanza, en 1890 el Gobierno chileno
cedió la isla Dawson, en el estrecho de Magallanes, a sacerdotes salesianos, que
establecieron allí una misión dotada de amplios recursos económicos. Los selk’nam que sobrevivieron al genocidio
fueron virtualmente deportados a la isla, la que en un plazo de 20 años cerró
dejando un cementerio poblado de cruces.
Ángela Loij cosiendo bajo supervisión de Hna. Manuela Foto: Anónimo 1938. Archivo Salesiano |
En aquella apartada isla,
los indígenas sucumbieron rápidamente frente al avasallador avance de la
colonización. A las innumerables mermas de población ocasionadas por las
verdaderas cacerías de que fueron objeto a manos de las estancias, debía
agregarse los estragos provocados por el contagio de diversas enfermedades, las
que en definitiva terminaron por ocasionar un daño tanto o mayor que las
cacerías humanas dirigidas. De acuerdo a los datos de las fuentes, más de 1500
almas en tan sólo 40 años murieron a causa de contagios y proliferación de
enfermedades propias de las poblaciones colonizadoras. Lola Kiepja, nacida hacia 1880, fallecía en octubre de 1966. Pocos años
más tarde, la seguía la última selk’nam,
nacida a principios del siglo XX y que había vivido gran parte de su vida en la
misión salesiana de la isla Dawson: Ángela Loij.
Ángela Loij en 1974. Foto: Archivo Museo Municipal Ciudad de Río Grande |
Anne Chapman. La etnóloga
norteamericana Anne Chapman logra entrar en Tierra del Fuego en 1965 a la
ceremonia del Haim, en el recinto
secreto para la iniciación de los jóvenes selk’nam.
Trabajó desde entonces con Lola Kiepja, que vivía en una reserva indígena
cercana al Lago Fagnano, en la Isla Grande de Tierra del Fuego. Lola había
nacido alrededor del año 1880, cuando todavía los selk’nam hacían vida tribal,
y conservaba la memoria de su pueblo. Angela Loij, sin embargo, conocía la
lengua y las tradiciones, pero había, como hemos dicho, nacido ya entrado el
siglo XX. Chapman dice: “ella me dio la llave para entrar en el recinto secreto
del Hain”, ceremonia de iniciación de
los jóvenes selk’nam, que hablaba de
un pasado matriarcado y aseguraba un orden patriarcal actual.
Anne Chapman y Ángela Loij en 1974 |
Dejó varias
publicaciones al respecto: Los Selk’nam:
la vida de los Onas, El fin de un
mundo: los selk’nam de Tierra del Fuego, entre otros, y un documental: Los Onas: vida y muerte en Tierra del Fuego
(1977), que filmó y codirigió con Ana Montes. Esta película ganó un premio en
el Primer Festival de Cine de los Pueblos Indígenas en 1984, en México. En 1988
filmó Homenaje a los Yaganes, otro
pueblo indígena que habita en los canales fueguinos. Sus últimas publicaciones
fueron un texto de más de 800 páginas sobre Charles Darwin y el Hain: Ceremonia Selk’nam de Iniciación (Santiago de Chile, 2003). Estaba
muy urgida por publicar los cantos de Lola y sus transcripciones. Pero no llegó
a tiempo.
Lola Kiepka. Portada libro Anne Chapman |
Enlaces relacionados:
Anne Chapman y los selk'nam de Tierra del Fuego
Achacaz, uno de los últimos kawésqar (Patagonia Occidental, Chile)
Calafate zoológicos humanos (Chile 2011)
Bibliografía
Anne Chapman y los selk'nam de Tierra del Fuego
Achacaz, uno de los últimos kawésqar (Patagonia Occidental, Chile)
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Bibliografía
Alcalá, Xavier. Latitude Austral
Anitei, Stefan. The
Enigma of the Natives of Tierra del Fuego: Are Alacaluf and Yahgan the last
Native Black Americans?
Belza, Juan E. En la
Isla del Fuego
Bridges, Esteban Lucas. El
último confín de la tierra
Campos Menéndez, Enrique. Solo el
viento
Chapman, Anne. Los selk’nam, La
vida de los onas
Chapman, Anne. Fin de un mundo. Los
selk’nam de Tierra del Fuego
Francisco Coloane. Cazadores de
indios
De Agostini, Alberto. Treinta
años en Tierra del Fuego
Gallardo, C. Los onas
Gusinde, Martín. Los indios de la
Tierra del Fuego
Niños en ceremonia Hain. Foto: Martín Gusinde 1923 |
Jóvenes selk'nam. Foto: Fernand Lehille 1896 |
Hombres pintados para juego de kewánix en ceremonia Hain Foto: Martín Gusinde 1923 |
Muchas gracias Alex, por contarnos una historia de las que se suelen ignorar o ir olvidando.
ResponderEliminarGracias a Ángela Loij, Anne Chapman, o tu no se olvidan una historia y unas vidas.
Un abrazo
Muchas gracias Miguel por tu comentario, a mí me gusta contar estas historias para que no se olviden, pero realmente son las protagonistas de estos hechos increíbles (en este caso Ángela, Lola y Anne) las que han dedicado vidas enteras a que el mundo no olvide...
EliminarBuen trabajo de recopilación y creación narrativa por tu parte.
ResponderEliminarEste documento, para mí, es de los que forman parte de la MEMORIA HISTORICA.
Gracias Mercè, es apenas un muy breve resumen de una historia realmente triste, es brutal lo que se hizo con esa gente, y no fue en el siglo XVI, no... y pienso en los argumentos esgrimidos para todo tipo de colonizaciones violentas que se han hecho en siglos pasados (que eran otras épocas, otras mentalidades, otros valores)... esto sucedió a finales del XIX y principios del XX... no hay excusas. No es la época, no es el tiempo, es la naturaleza humana, cruel como ninguna, en ocasiones.
EliminarEs muy interesante saber de personas como Anne Chapman y Àngela Loij, quienes compartieron sus ùltimos años en medio de una Cultura que se debatìa entre la Vida y la muerte, un pueblo aniquilado por el colonialismo de los hacendados voraces en extremos de ambiciòn y poder. Un abrazo, estimada Marìa Alex Guerra.
ResponderEliminarmuchas gracias, gran trabajo
ResponderEliminarGracias Alex, por esta nota.
ResponderEliminarQuisiera agradecer del fondo de mi corazón ya la vez indignada por la codicia del m hombre, abuso que terrible tanta injusticia, lo mismo quieren y hacen con los mapuches actualmente, asesinan con montajes falsos para apropiarse de sus tierras y recursos naturales
ResponderEliminarGracias por esto, que lamentable la perdida de tantas personas y que vergüenza me da que no se reconozca el genocidio de este pueblo
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