¿Cómo llegó el hombre a
América? ¿Cuándo? Hasta hace algunos años era imposible encontrar literatura
seria sobre el poblamiento de América que no afirmara que éste había ocurrido
hace unos 13.000 años desde Asia por el estrecho de Bering, aun existiendo
numerosos yacimientos excavados hace decenios y bien documentados, que
indicaban fechas mucho más remotas. A mediados del siglo XX, esta teoría del poblamiento
tardío único, era aceptada por la mayor parte de la comunidad científica,
especialmente vinculada al Instituto Smithsonian, y sólo cuestionada en
ocasiones, pero nunca definitivamente como para cerrar el “debate Clovis”.
Punta de flecha Clovis (EEUU) |
América del Norte: la cultura Clovis. Las famosas puntas de
lanza y otras piezas halladas en los años ‘20 y ‘30 cerca de la localidad de Clovis, en Nuevo México (Estados Unidos), y que tenían unos 13.000 años de
antigüedad, fueron atribuidas a la a partir de entonces llamada cultura Clovis,
que fue considerada la más antigua del continente americano durante varios
decenios. Esta teoría, sostenía que pueblos cazadores-recolectores y nómadas
procedentes de Asia, habían cruzado a pie el estrecho de Bering durante el
último período glacial, en que se produjo el descenso del nivel del mar y se
despejó un camino el estrecho. Los pueblos asiáticos, habrían atravesado este
puente de tierra que unía ambos continentes, avanzando por el corredor libre de
hielo hasta el interior de América. Esta teoría, fue aceptada durante mucho
tiempo como la única migración posible hacia América, de los primeros
pobladores, y si el poblamiento del continente se había efectuado de norte a
sur, era evidente que los asentamientos más antiguos deberían localizarse en el
norte del continente. Sin embargo, en la propia América del Norte comenzaron a
aparecer muchos sitios arqueológicos que tenían más de 13.000 años y, por tanto
más antiguos que los de la cultura Clovis. El descubrimiento en Texas, por ejemplo, de un yacimiento
arqueológico de 15.500 años, hizo retroceder más de 2.000 años la fecha en la
que se creía que habían llegado los primeros humanos a América, cuestionando la
teoría oficial sobre la colonización del continente. Según esta hipótesis, en
su momento controvertida de Michael
Waters, los portadores de esta cultura caracterizada por una técnica muy
particular de puntas de sílex bifaces, habrían venido de Asia hace alrededor de
15.500 años por el Estrecho de Bering durante las glaciaciones. Se habrían
extendido a continuación sobre todo el continente, llegando a América del Sur. Pero
no fue el único caso. Cuando era un joven arqueólogo, en los años ’70, Jim Adovasio halló evidencias de que seres
humanos habían visitado un sitio en Meadowcroft
(Pensilvania) hace 16.000 años. Para los arqueólogos fue un descubrimiento
resonante que contradijo una vez más la llamada primera teoría de Clovis, que
databa el primer asentamiento en las Américas hace sólo 13.000 años. Más tarde,
el arqueólogo Dennis Jenkins (Universidad de Oregón), encontró en los
sedimentos de las cuevas Paisley excrementos
humanos fosilizados (coprolitos)
y artefactos (puntas líticas conocidas como Western Stemmed), distintos de las puntas aflautadas, más anchas,
de la cultura Clovis. Muchos investigadores, reacios a desechar la teoría
Clovis, sostuvieron que esa tecnología no era más que una evolución directa de
la de los Clovis, pero la datación con radiocarbono de los artefactos de
Paisley sugería que esto no era posible, ya que los restos databan de hace
aproximadamente 14.000 años, lo que significaba que sus creadores precedieron o
convivieron con ellos. Incluso los análisis revelaron ADN humano perteneciente
al haplogrupo A -un genoma antiguo que llegó a América proveniente de Asia- y
que también data de tiempos anteriores. Ninguna evidencia de tecnología Clovis
apareció en las cuevas.
Pero no sólo en Estados
Unidos se encontraron sitios anteriores a la llamada cultura Clovis. Varios
sitios en México, como por ejemplo Hueyatlaco en Valsequillo (Puebla), también indican la presencia de comunidades
de decenas de miles de años atrás. Eran épocas en que el paradigma Clovis era
inamovible. No obstante, los sitios arqueológicos más arcaicos siguieron
apareciendo, y no sólo en América del Norte, sino también en el Sur, lo que
definitivamente, hizo que la teoría “Clovis” fuera perdiendo peso. Estos sitios,
han llevado a los arqueólogos a especular cada vez con más convicción a que los
primeros pobladores del continente americano realizaron varias rutas para
llegar al mismo, y en diferentes etapas.
Pictografías en Serra de Capivara (Brasil) |
América del Sur: Brasil, Chile, Bolivia, Colombia, Perú. Lo cierto es que
la presencia del hombre en el continente americano es mucho más antigua de lo
que afirmaba la rígida teoría Clovis, y en los últimos cuarenta años han
proliferado tanto los yacimientos arqueológicos que lo confirman, que ya es
casi imposible seguir hablando de que los primeros pobladores llegaron
únicamente por el estrecho de Bering hace 13.000 años. Cada vez resulta más
evidente que la presencia humana en América es mucho más antigua que eso, y el
paradigma Clovis está más que superado.
Brasil: los últimos hallazgos. Los últimos hallazgos en el Parque Nacional Serra de Capivara, al sudeste del estado de Piauí, en Brasil, confirman definitivamente la presencia humana en América en tiempos muy remotos, e incluso la remontan más allá de lo aceptado hasta el momento. En el yacimiento arqueológico de Toca da Tira Peia, situado en un abrigo rocoso de este parque, se han encontrado vestigios que atestiguan la presencia humana en la zona desde muy antiguo. El equipo arqueológico dirigido por Eric Boëda y Christelle Lahaye, hallaron herramientas de piedra que, según la datación por luminiscencia ópticamente estimulada, tendrían unos 22.000 años de antigüedad. Algunos críticos, partidarios de la teoría del poblamiento tardío, opinaron que las piedras talladas que se han descubierto podrían ser el resultado de un deslizamiento de rocas o incluso podrían haber sido elaboradas por los monos capuchinos. Pero son críticas que carecen de fundamento científico: en Toca da Tira Peia nunca hubo sedimentos marinos y, por tanto, no pueden haber piedras de cantos rodados que caen o que vuelan como pájaros. Por otro lado, se demostró un profundo desconocimiento de los estudios etológicos sobre los monos capuchinos del Parque Nacional Serra de Capivara, que se desarrollan desde hace apenas una década. Además, estudios etológicos demuestran que los monos no fracturan voluntariamente la roca para producir cantos rodados. La fracturación existe, pero como consecuencia de un acto de escarbar o partir frutos y no con la intención de tallar una roca de forma uniforme. El equipo de Boëda sigue excavando en tres sitios arqueológicos pleistocénicos que atestiguan una edad de entre 25.000 y 17.000 años. Se ha escrito un artículo, que aún no se ha publicado, sobre otro de estos sitios, llamado Vale da Pedra, en el que han realizado más de veinte dataciones, utilizando dos métodos distintos. Además, disponen de resultados de análisis de huellas de uso sobre filos de útiles, que demuestran que los artefactos sirvieron para cortar vegetales, descarnar y rascar hueso.
Brasil: los últimos hallazgos. Los últimos hallazgos en el Parque Nacional Serra de Capivara, al sudeste del estado de Piauí, en Brasil, confirman definitivamente la presencia humana en América en tiempos muy remotos, e incluso la remontan más allá de lo aceptado hasta el momento. En el yacimiento arqueológico de Toca da Tira Peia, situado en un abrigo rocoso de este parque, se han encontrado vestigios que atestiguan la presencia humana en la zona desde muy antiguo. El equipo arqueológico dirigido por Eric Boëda y Christelle Lahaye, hallaron herramientas de piedra que, según la datación por luminiscencia ópticamente estimulada, tendrían unos 22.000 años de antigüedad. Algunos críticos, partidarios de la teoría del poblamiento tardío, opinaron que las piedras talladas que se han descubierto podrían ser el resultado de un deslizamiento de rocas o incluso podrían haber sido elaboradas por los monos capuchinos. Pero son críticas que carecen de fundamento científico: en Toca da Tira Peia nunca hubo sedimentos marinos y, por tanto, no pueden haber piedras de cantos rodados que caen o que vuelan como pájaros. Por otro lado, se demostró un profundo desconocimiento de los estudios etológicos sobre los monos capuchinos del Parque Nacional Serra de Capivara, que se desarrollan desde hace apenas una década. Además, estudios etológicos demuestran que los monos no fracturan voluntariamente la roca para producir cantos rodados. La fracturación existe, pero como consecuencia de un acto de escarbar o partir frutos y no con la intención de tallar una roca de forma uniforme. El equipo de Boëda sigue excavando en tres sitios arqueológicos pleistocénicos que atestiguan una edad de entre 25.000 y 17.000 años. Se ha escrito un artículo, que aún no se ha publicado, sobre otro de estos sitios, llamado Vale da Pedra, en el que han realizado más de veinte dataciones, utilizando dos métodos distintos. Además, disponen de resultados de análisis de huellas de uso sobre filos de útiles, que demuestran que los artefactos sirvieron para cortar vegetales, descarnar y rascar hueso.
Pictografías en Serra de Capivara (Brasil) |
Pero los vestigios más antiguos de habitantes de las Américas se remontan a 50.000 años y habrían llegado de África.
La arqueóloga francobrasileña Niède
Guidon, que ha dedicado su vida a investigar la Serra de Capivara en Brasil,
repleta de pinturas rupestres, así
lo asegura. Los artefactos estudiados en el sitio, incluyen pinturas rupestres
y arte de cerámica, representando animales, ceremonias, expediciones de caza, e
incluso escenas de la vida sexual de este antiguo grupo de americanos. Otros
vestigios de la civilización incluyen restos de carbón de incendios
estructurados. Algunos arqueólogos argumentaron que los fragmentos de piedras
encontrados no son evidencia de fuego hecho por el hombre, sino que son más
bien geofactos, una formación de piedra natural, no antrópica o hecha por el
hombre. Pero Guidon responde que el arte rupestre (relacionado con el resto de
elementos) es el que proporciona pruebas concluyentes de las primeras
actividades humanas. Las pinturas se estima que datan de hace unos 29.000 años.
De acuerdo con Guidon, los Sapiens de Piauí llegaron directamente de África y
su navegación (quizás debido a causas fortuitas), fue ayudada por el hecho de
que hace 60 mil años el nivel del mar, debido a la era de hielo en curso, era
mucho más bajo que el actual.
Pedra
Pintada, en el estado de Pará, Brasil (9.310 a.C.), Lauricocha (Perú, 10.000 a.C.) y El Abra (Colombia, a 11.000.C.), los Llanos Moxos (Bolivia), evidencias de asentamientos de personas que
vivían en el Pleistoceno tardío-Holoceno temprano.
Chile: Monte Verde, desde los años '70.
Chile: Monte Verde, desde los años '70.
Monte Verde. Chile |
El sitio de Monte Verde se encuentra cerca de Puerto Montt.
En 1975, un estudiante de
la zona encontró algunos huesos de animales extraños (que luego resultaron ser
de mastodonte), por lo que el geólogo Mario Pino y el antropólogo Tom Dillehay comenzaron a llevar a cabo
excavaciones, verificando que el sitio había sido habitado por unas 20
personas.
Huesos de mastodonte, restos de comida, carbón, cuerdas, madera, se
encontraron en el sitio, bien conservado, sumergido en un estrato de turba y
otros restos de plantas. Los restos de carbón encontrados fueron datados
utilizando el método del carbono 14, en 12.800 a.C. Más tarde, en otras
excavaciones realizadas en 1997, se encontraron restos de fogatas, cuyo carbón
fue fechado en 31.000 a.C. La mayoría de científicos hasta ahora ha aceptado la
datación de Monte Verde, indicándolo como el sitio más antiguo de América
habitado por seres humanos hasta ese momento; sin embargo, indicaban que sus
habitantes habían llegado desde Bering, navegando a lo largo de la costa del
Pacífico por más de 10.000 kilómetros, para establecerse finalmente en el sur
de Chile.
Esta teoría, conocida en campo científico como la "Teoría de la
migración a lo largo de la costa Pacífica de América", no hacía más que volver
a afirmar que los antiguos habitantes de Monte Verde eran todavía descendientes
de asiáticos que vinieron a América del Norte. Sin embargo, con los nuevos
hallazgos por otros sitios de América del Sur, es evidente que ya es hora de
abandonar la hipótesis de Bering y empezar a considerar que fue América del Sur,
y no América del Norte, la que inicialmente fue habitada por los primeros
pobladores.
Puntas de flecha solutrenses de Europa |
La teoría
solutrense: ¿desde Europa? Una polémica hipótesis apunta que cazadores de la Edad de
Piedra alcanzaron el Nuevo Mundo desde el Golfo de Vizcaya. En 1999, los
arqueólogos Dennis Stanford y Bruce Bradley lanzaron una hipótesis
revolucionaria que señalaba que los europeos del suroeste de Francia y la cornisa cantábrica fueron
los primeros en llegar a América a través del Atlántico hace entre 17.000 y
15.000 años. La teoría solutrense,
como es conocida, no obtuvo gran respaldo de la comunidad científica por varias
razones: la dificultad de cruzar el océano con la tecnología de la época, la
ausencia en la cultura Clovis -supuestamente la más ancestral americana- de
arte parietal y las escasas pruebas arqueológicas para sostenerla. Sin embargo,
los científicos que la propusieron siguen convencidos. Sus nuevos argumentos
son una serie de herramientas de piedra de estilo europeo de 19.000 a 26.000
años de antigüedad encontradas en seis lugares diferentes en la costa este de Estados Unidos. Estos hallazgos podrían
aumentar considerablemente nuestra comprensión de la propagación de la
humanidad alrededor del mundo. Dennis Stanford, del Instituto Smithsonian de
Washington, y Bruce Bradley, profesor de la Universidad de Exeter, los dos
principales arqueólogos que han analizado todas las pruebas, proponen que los europeos
occidentales viajaron a América del Norte atravesando el filo de la parte
congelada del norte del Atlántico con un bote o sobre el hielo. Con la Edad de
Hielo en pleno apogeo, alrededor de tres millones de kilómetros cuadrados del
Atlántico Norte estaban cubiertos de hielo toda o buena parte del año. Algunos
cráneos hallados por ejemplo cerca de ciudad de México, presentan rasgos
evidentemente caucásicos. Por no hablar de las leyendas que se extienden por
todas las culturas primigenias americanas, que hablan de hombres barbudos y
mujeres de piel blanca y cabellos rojizos.
Cráneo de Luzia (Brasil) |
Luzia: ¿aborígenes australianos? Los resultados de la
revisión de numerosos cráneos procedentes de América central y del sur,
sugieren a Walter Neves (biólogo
evolutivo de la Universidad de San Pablo, Brasil), que la colonización del
continente americano pudo haberse realizado por dos grupos de población
diferentes. Una de ellas, relacionada morfológicamente con los aborígenes australianos, y la otra,
vendría del norte y este de Asia (Siberia y Mongolia), cruzando el estrecho de
Bering hacia el 10.000 a.C. y dando lugar a los grupos Clovis (que es la
teoría comúnmente aceptada). Uno de los restos que han dado lugar a la
interpretación sobre los aborígenes australianos, es “Luzia”, un esqueleto
femenino excavado en el yacimiento brasileño de Lapa Vermelha (Minas Gerais) por Laming Emperaire en la década de
los ‘70, y con una datación imprecisa que rondaría los 11.000 años, y características
físicas australoides y africanas, y no únicamente asiáticas.
El catedrático de la Universidad de Barcelona, Daniel Turbón |
Los estudios genéticos. De
acuerdo con una investigación reciente, la estructura genética existente de las
poblaciones nativas actuales de América del Sur, se desacopla en gran parte de
las relaciones lingüísticas y geográficas continentales. El estudio también aporta evidencias
científicas para reformular el modelo tradicional y definir escenarios
alternativos para el poblamiento de América. El catedrático Daniel
Turbón,
del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Barcelona, es uno de
los autores de esta investigación internacional, liderada por Lutz Roewer, de la Universidad Charité
de Berlín, y que también firman Eduardo
Arroyo Pardo y Ana María López
Parra, de la Universidad Complutense de Madrid. El trabajo se basa en el estudio de marcadores genéticos del
cromosoma Y masculino en casi un millar de individuos de cincuenta tribus
nativas de América del Sur. Según los autores, hay un desacoplamiento entre
genética, lenguaje y geografía en las comunidades nativas del sur del
continente americano. Todo apunta a que, en el primer poblamiento de América,
no hubo una sola migración (independientemente de que fuera o no por el
estrecho de Bering), sino entradas rápidas y largos períodos de aislamiento. Tal como explica Turbón, América es,
probablemente, uno de los ejemplos más recientes de poblamiento de un gran continente
por la especie humana. Según él, es un laboratorio excelente para
contrastar herramientas metodológicas de estudios genéticos y poblacionales.
Aunque la hipótesis de la migración única como explicación del origen de los
pobladores de América está bastante arraigada, es una visión reduccionista cada
vez más cuestionada científicamente. Los autores analizan la
variabilidad genética de cada individuo mediante una serie de marcadores
genéticos del cromosoma Y masculino: en concreto, en 919 individuos (91 %) de
la muestra, se han estudiado los dieciséis polimorfismos de nucleótidos simples
(SNP) más frecuentes en América del Sur, y las diecisiete secuencias cortas y
repetidas en tándem (STR) más empleadas en todo el mundo en antropología
forense. El análisis de los polimorfismos genéticos ha permitido determinar el
origen geográfico de cada individuo y, además, comparar los datos con otras
poblaciones del centro y el norte del continente americano. El estudio
publicado en PLOS Genetics también identifica un linaje genético no
descrito hasta ahora en poblaciones de América central y del norte: es el
haplotipo C-M217 (C3*), que es frecuente en el continente asiático. Los
expertos, además, han detectado linaje genético de origen polinesio en Perú. Descubrir el origen de los ancestros
de los primeros pobladores de América plantea un gran desafío a la comunidad
científica internacional. El nuevo artículo perfila escenarios alternativos a
la hipótesis de una única migración (que niega cualquier flujo transpacífico
con efectos significativos sobre la genética de poblaciones) como modelo de
población del continente americano.
Enlaces relacionados:
Antes de Colón: Polinesios, Vikingos, Templarios, Chinos... El debate sobre el re-descubrimiento de América
Polinesios en América: 500 años antes que Colón
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Muchas gracias amiga. ., Continua :)
ResponderEliminarFuerte abrazo. Neco
Gracias, Neco :)
EliminarFascinante...
ResponderEliminarGracias, Julio, para este tema también iría bien tu música, cierto? ;)
EliminarMuchas gracias por la información , muy completa .
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