Los restos recuperados
en el marco del Proyecto Templo Mayor vinculados con esta práctica corresponden
a poco más de 150 individuos. No obstante, es necesario precisar que este
espacio sagrado no fue el lugar destinado para sepultar a todas las víctimas
sacrificiales. En el Templo Mayor únicamente se inhumaron infantes dedicados a
los dioses de la lluvia y de la guerra, así como cabezas humanas. Estas últimas
fueron colocadas con dos propósitos principales: consagrar las ampliaciones del
edificio y representar efigies de deidades en las ofrendas. Las primeras eran
inhumadas poco después de la muerte de los individuos. En cambio, la mayoría de
las efigies no fueron preparadas para ser depositadas inmediatamente en las
ofrendas. Estos cráneos fueron descarnados y algunos de ellos se exhibieron en
el tzompantli, en tanto que otros pudieron ser utilizados en diferentes
rituales antes de ser enterrados. El perfil biológico de los individuos
decapitados contradice la idea de que se trataría de guerreros enemigos:
hombres, mujeres y niños fueron inhumados en los depósitos rituales. Esto
sugiere diferentes formas de obtención de víctimas sacrificiales: la guerra, el
tributo y la compra de esclavos. Ximena Chávez Balderas, "Bioarqueología
de los rituales funerarios y de sacrificio", Arqueología Mexicana Edición
Especial Número 56. Imagen: Las llamadas máscaras-cráneo eran depositadas en
las ofrendas como efigies de deidades. La mayoría de ellas representaban al
dios del inframundo, Mictlantecuhtli. Ofrenda 11, elemento 88. Individuo de
sexo masculino.
Foto: Jesús López.
Arqueología ~ Historia ~ Literatura ~ Misterio Histórico ~ Arqueoastronomía ~ Arqueoacústica ~ Perú ~ México ~ Rapa Nui ~ Chile
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario