El carácter insular
oceánico extremo genera una situación de alta vulnerabilidad para el patrimonio
natural, cultural y arqueológico de Isla de Pascua, lo que haría necesaria una
adecuada administración de los flujos migratorios, por el momento inexistente o
insuficiente, y que debería velar por la protección del medio ambiente y del
patrimonio cultural y arqueológico de la isla, así como por su
autosustentabilidad. Con estos propósitos, desde el 2009 Sernatur (Servicio
Nacional de Turismo de Chile) intenta afinar una propuesta para el cobro de un
impuesto o “ecotasa” de ingreso a la isla de los turistas chilenos y
extranjeros (siendo la previsión que lo recaudado se invierta en conservación y
protección del patrimonio), así como la regulación del ingreso, la residencia, o
la expulsión de dichas personas (separadas por “categorías migratorias” en
tripulantes, turistas y habitantes y residentes), del territorio. Además, el
proyecto contempla un registro electrónico actualizado y eficaz de todas las
personas que ingresen al territorio, su fiscalización, el establecimiento de un
tiempo límite de estadía y sanciones por incumplimiento. Música: Manu Uru (Sofía Abarca)
El
proyecto toma el ejemplo de la normativa existente en Galápagos (Ecuador), que
recibe cerca de 85 mil turistas al año y donde los extranjeros deben pagar un
impuesto de 100 dólares por el ingreso, mientras que los visitantes
provenientes de la Comunidad Andina de Naciones o el Mercosur, 25, y los
ecuatorianos 6 dólares, lo que supone una recaudación anual de 12 millones de
dólares. En
Isla de Pascua, en el momento de la presentación del proyecto se llamó a una
consulta ciudadana, y se preveía la aprobación para el año siguiente (2010).
Pero lo cierto es que aún, a enero 2013, dicha ley no ha sido aprobada, a pesar
del respaldo de la Cámara de Turismo de Isla de Pascua, presidida por Edgar
Hereveri, quien declara que en la actualidad sólo se cobran 5 mil pesos
(chilenos) por turista por el ingreso al parque (comprobante de lo cual solo es
exigido para el ingreso al centro ceremonial de Orongo y al volcán de Rano
Raraku), cifra insuficiente para el cuidado del mismo. Hereveri
propone que la "ecotasa" se distribuya tanto en la conservación del
parque como en aspectos sociales, como la educación y la protección de la
lengua rapanui, argumentando que la cultura viva de los isleños es una de sus
principales atracciones.
"Es
importante que adoptemos una medida migratoria, que busquemos alguna fórmula
legal que permita el cobro de esta "ecotasa", que se pueda reinvertir
en la isla y posibilite que se hagan planes de manejo mucho más específicos
para el uso de estos espacios públicos patrimoniales", declaraba en su
momento Oscar Santelices (director de Sernatur). "En
Chile, la ley dice que los extranjeros deben permanecer en el territorio un
plazo máximo de tres meses. Ese mismo concepto se debe aplicar en la isla no
sólo a los extranjeros, sino también al visitante nacional, porque viene como
turista. Hay gente que viene a trabajar en la isla y se va quedando, y este es
un territorio con un espacio, recursos y capacidad de inversión
limitados", finalizaba, en una reunión con Sernatur, los dirigentes del
Parlamento rapanui y la comitiva de gobierno encabezada por Patricio Rosende,
quien no se mostró abierto a algunos de los puntos del proyecto.
Al no
conseguirse una concretización de la ley, en 2010 hubo grandes marchas y
protestas en la isla para conseguir el objetivo, pero a pesar del interés y la
importancia del proyecto, en las últimas reuniones consultivas de 2012 sólo un
10% de los rapanui participaron activamente, como si el interés fuera en
descenso. ¿Qué es lo que sucede? ¿Falta de consenso? ¿Inconsistencia del
proyecto? No existe seguridad al respecto, pero hay que tener en cuenta que en
realidad, históricamente, todos los grandes cambios sociales, políticos,
culturales, etc., han sido llevados a cabo por un porcentaje muy pequeño de la
población. Además, por lo visto, se está confundiendo la restricción de ingreso para
estadías prolongadas (para el control migratorio y demográfico de la isla), con
un impuesto migratorio (que sirva para invertir en la conservación del
patrimonio). El cobro de un impuesto no va a solucionar el problema
demográfico, pero por algunos sectores está siendo planteado de esta manera.
Por lo tanto, la indefinición e inconsistencia son patentes. Si a esto se suman
las discusiones sobre la aniquilación de las diferencias culturales que definen
al pueblo rapanui, debido al incontrolado acceso de extranjeros y continentales,
y su permanencia en la isla, entonces los objetivos de la ley migratoria
comienzan a diluirse en un mar de otras preocupaciones no contempladas por
ésta.
Es cierto que el
continuo fluir de continentales, y en menor medida de extranjeros a la isla, ha
transformado a su población local (en clara minoría dentro de su propio
territorio), destruyendo parte de lo que hace de su cultura un santuario
cultural a nivel mundial. A veces parece que esto no fuera así porque cada año
con más fuerza surgen expresiones (baile, música, artesanía) culturales
tradicionales, pero lo cierto es que en algunos casos se están transformando en
tristes “shows” turísticos, desprovistos de sentido y contenido real, como una
especie de caricatura de lo que alguna vez existió. Por otra parte, es un
proceso de aculturación que se está desarrollando a nivel mundial, como
producto natural de un intercambio constante y creciente de elementos humanos y
todo aquello que los caracteriza. Pero estos no son
temas de debate plausibles en las reuniones consultivas del proyecto de ley de
migración Rapa Nui, y pretenderlo, distrae a sus asistentes de los objetivos a
tratar, impidiendo que se lleguen a acuerdos reales, y desanimando a aquellos
que tienen un interés real por la implementación de la ley. Sería ideal poder
trabajar más concretamente en los dos temas centrales, que son: el control de
la permanencia de continentales y extranjeros en aquel pequeñísimo espacio
vital, y la recaudación de un impuesto que permita una mejor gestión del
patrimonio natural, cultural y arqueológico de la isla.
Enlaces relacionados: Ley de Propiedad y Administración de la Tierra y Control Migratorio (2015)
Hola, muy bueno, y me parece bien que cobren un impuesto al entrar a la isla, que toda ella es un museo al aire libre, como lo hacen en las Galápagos. Es una pena que no se pongan de acuerdo con las gestiones, eso serviría para canalizar beneficios para la conservación de todas las maravillas que la isla alberga. Gracias.
ResponderEliminarSí Antoni, mucha gente argumenta que ya llegar a la isla es demasiado caro como para pagar encima un impuesto en el aeropuerto... pero creo que una cosa no tiene que ver con la otra, su aislamiento hace que el viaje sea caro... pero es necesario una entrada de dinero para conservar todo aquello... gracias por tu comentario.
EliminarY si no hay contis ni extranjeros, quien va a trabajar??? Los rapas?? Jajaja claro después de fumar marihuana y tomar cerveza jajaja iorana!
ResponderEliminarSi haces este tipo de comentario, lo ideal sería que te mostraras, y no que lo hicieras de forma anónima. Los rapas, no todos, claro, también trabajan. A su manera, eso sí, pero muchos trabajan. Y la ley no se trata de echar a los nacionales y extranjeros que ya están, sino de regular el flujo de personas a partir de que se pusiera en práctica. Lo cual personalmente creo que es necesario.
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