Resumen
Se realizó un registro de 377 estructuras arqueológicas domésticas,
124 de éstas levantadas por la Asociación Indígena E Toru Hanua Nua Mea, y
otras 253 no levantadas, con el objetivo no sólo de presentar los resultados
del catastro, sino también, y principalmente, de exponer un análisis sobre la
situación de los trabajos realizados por la asociación y su implicancia.
Palabras clave:
Estructuras
domésticas, levantamiento, registro, gestión.
Introducción: descripción y objetivos del
proyecto
A pesar de la importancia internacional del
patrimonio arqueológico de Rapa Nui, éste ha recibido muy poca inversión para
su restauración y conservación, constatándose un acelerado proceso de deterioro
producto de causas naturales y antrópicas. Las acciones que se han
desarrollado, se han concentrado en los sitios de mayor importancia desde el
punto de vista de su espectacularidad megalítica y potencialidad turística, no contemplándose
para la mayor parte del patrimonio arqueológico medidas concretas y efectivas
de conservación, restauración y puesta en valor.
A pesar de que el
acuerdo general entre los especialistas en arqueología de la isla es
privilegiar la conservación por sobre la restauración, un grupo de personas de
origen rapanui (Asociación Indígena E Toru Hanua Nua Mea) ha venido
desarrollando actividades de levantamiento de un conjunto de estructuras
arqueológicas como manavai
(estructuras para cultivos), hare moa
(gallineros), y pipi horeko (hitos
demarcatorios), derruidos principalmente producto de la actividad ganadera en
épocas históricas, y en muchos casos altamente intervenidos debido a la
utilización de sus rocas en la construcción de pircas y otras obras.
De esta forma
desde el año 2000, cerca de 150 estructuras
han sido levantadas en diversos sectores de la isla (Maunga O-Pipi, Peka Peka,
Pua Pau, Te Ava de Anakena, Anakena, Ovahe, Te Pito Kura, Te Peu, La Pérousse, Rano
Raraku, Ohiro, Papa Vaka y Tahai). Sin embargo la falta de financiamiento ha
obstaculizado la existencia de asesoría técnica necesaria para un adecuado
registro de estas evidencias arqueológicas, para futuras investigaciones.
En el marco del proyecto Fondart 1CL05201-2005-15578, Area Recuperación, Línea Conservación
y Difusión del Patrimonio Cultural, se realizó el registro de
377 estructuras arqueológicas domésticas, 124 de éstas levantadas por la
Asociación Indígena E Toru Hanua Nua Mea, y otras 253 no levantadas, que consistió
en la toma de la posición geográfica de cada estructura (a través de GPS), la
fotografía digital, la toma de medidas, el dibujo a escala (sistemas CAD)
(Figuras 1 y 2), y siempre que fue posible, fecha de restauración en el caso de
las estructuras intervenidas. Con estos datos se elaboró un Inventario y un
Informe técnico, analítico y crítico
detallando algunas actividades realizadas por la Asociación desde el año 2000
hasta el 2005, y todas las actividades dentro del presente proyecto.
Además, como actividad complementaria, se incorporó al proyecto un
programa de capacitación a los miembros de la Asociación y a sus familiares que
participan de los trabajos (principalmente niños y jóvenes), en aspectos
técnicos sobre arqueología, restauración y conservación de patrimonio, con el
fin de que obtengan conocimientos básicos sobre el tema, y sobre todo de crear
una instancia de comunicación y entendimiento, necesarios para superar el
conflicto entre la visión de la comunidad científica y la de la comunidad
rapanui. En estas reuniones se explicó el proyecto, y se espera que sirvan
también para el fortalecimiento de la Asociación como grupo.
Idealmente, estas actividades deberían desembocar en un cambio en la
continuidad de los trabajos por parte de la Asociación, que deberán en el
futuro realizarse en conjunto con especialistas en arqueología, restauración y
conservación, lo cual permitiría un correcto registro de los trabajos,
incluyendo la toma de muestras para análisis arqueológicos e históricos,
condición indispensable para la restauración de cualquier estructura
patrimonial (que deberá diferenciarse de la reconstrucción, en la que no se
tiene en cuenta la anastilosis ni elementos reconocibles que indiquen la
integración posterior a la estructura). Asimismo, dicho cambio debería servir
para validar las actividades de la Asociación, que como grupo descendiente de
los productores de las estructuras con las que trabajan, debe participar en la
gestión y administración de las mismas.
Los objetivos principales que persigue el proyecto son: el registro y
documentación de estructuras arqueológicas restauradas por la Asociación
Indígena E Toru Hanua Nua Mea desde el 2000 al 2005, la elaboración de un
Inventario y un Informe técnico, analítico y crítico, sobre los trabajos realizados
por la Asociación desde el 2000 al 2005, exponiendo un análisis sobre la
situación de los trabajos realizados por la asociación y su implicancia, y la capacitación
a los miembros de la Asociación y sus familiares participantes de los trabajos,
sobre arqueología, restauración y conservación de patrimonio.
Autogestión local del patrimonio desde la arqueología
La relación entre
la arqueología y la gestión plantea el desafío de articular la investigación
científica, para alcanzar una profunda reflexión acerca de los procesos y
dinámicas sociales.
El proceso de
gestión, debe ser llevado a cabo en conjunto con las comunidades, como forma de
tomar conciencia de los fenómenos sociales que las afectan y permitiendo que
los investigadores realicen un aporte concreto y centrado no sólo en la teoría,
sino desde la misma práctica y ello debe ser acompañado por el reconocimiento
del papel que la cultura cumple en tal proceso no sólo de investigación sino de
transferencia a los sujetos protagonistas, lo que conduce a un replanteamiento
del papel social de los investigadores en el actual contexto crítico chileno.
De acuerdo a
conceptos incorporados por el Centro de Patrimonio Mundial de la UNESCO, en
1992 (Fuentes UNESCO 1996) para la propuesta y declaración de sitios del
patrimonio mundial, se ha creado la categoría de paisajes culturales
definiéndolos como “…lugares que han sido creados, formados y
preservados por los vínculos e interacciones entre el hombre y su entorno…el éxito de su conservación depende del mantenimiento
de esos vínculos.” Considerando que los sectores tratados por la Asociación
E Toru Hanua Nua Mea son paisajes culturales según la anterior definición,
podemos concluir que en su conservación debería estar integrada la comunidad
que siempre los ha habitado y ha interactuado con su entorno.
En coincidencia con
estos conceptos, en la Política para el Manejo de Recursos Culturales (Molinari
1998), se citaba que “el valor de un
recurso cultural estará dado en atención a su contexto de asociación, considerándose
como recurso tanto la totalidad del recurso como sus partes constitutivas,
naturales y culturales.” y que “En su
evaluación se estimará también el entorno natural del emplazamiento, el cual es
soporte de la concepción, creación y
significado del recurso cultural.”
Existen tres
categorías de paisajes culturales para la UNESCO: 1. los claramente definidos,
pensados y creados intencionalmente por el hombre, que Stanley Price (1997)
establece como paisaje concebido (jardines, ciudades, conjuntos de templos,
etc.), 2. el paisaje esencialmente social activo en la sociedad contemporánea,
estrechamente asociado al modo de vida tradicional, que refleja la forma de
actuar del hombre sobre la naturaleza para satisfacer necesidades sociales y
económicas (campos de cultivo, corrales, aleros, etc.), definido como paisaje
evolutivo por Price (1997), y 3. el
que está marcado por la fuerza de la asociación de lso fenómenos religiosos,
artísticos o culturales del elemento natural, más que por las huellas culturales
tangibles (por ejemplo un sitio que se refiere a un hecho histórico), paisaje
asociativo para Price.
Teniendo en cuenta
que la conservación de recursos
culturales en Rapa Nui apunta a un manejo integrado del patrimonio natural y
cultural y que, como dijimos más arriba, estos recursos culturales deben
considerarse en su totalidad con sus partes constitutivas, naturales y
culturales y que en su evaluación se estimará también el entorno natural del
emplazamiento, el cual es soporte de la concepción, creación y significado del recurso cultural, podemos conceptuar a la isla como un claro
ejemplo de indisociabilidad de valores naturales y culturales a preservar.
Si fragmentamos o
dividimos este todo compuesto por lo cultural y lo natural, imaginándolos separados
de sus relaciones, como algo que es y funciona de forma independiente, lo
estamos reduciendo de su verdadero significado y resulta lógico pensar que
podemos poseerlo, y esta desvinculación tendrá sus consecuencias directas
cuando lo manejemos, al no medir los efectos que tendrá sobre las otras partes
del todo. Somos partícipes, y no poseedores, somos parte y no dueños del
patrimonio, y para un manejo eficaz debemos tener en cuenta el conjunto de valores que el bien representa
para todas las partes involucradas (Molinari et al 2000, Molinari 2002).
Fundamentamos la
importancia de la participación de la comunidad en la gestión del patrimonio en
estos conceptos. Sin embargo, en los trabajos que realiza la Asociación E Toru
Hanua Nua Mea se dan circunstancias que suponen aportes positivos y negativos
al tema de la gestión, y provocan opiniones encontradas que analizaremos.
La Asociación ha
venido realizando levantamientos de estructuras domésticas que por una parte no
han captado la atención de los investigadores hasta el momento en que estos
trabajos han comenzado, ya que los esfuerzos, proyectos y excavaciones han
estado enfocadas sobre todo al estudio de los ahu, los moai,
eventualmente de las cuevas y últimamente de los sistemas de cultivo (sin tener
en cuenta en excavaciones, los manavai).
Por otra parte, se ha notado que el levantamiento y mantenimiento de estas
estructuras, evitan una serie de acciones destructivas de las mismas, como son
el vandalismo (extracción de rocas para la pesca y construcciones domésticas
como pircas, extracción de material arqueológico por parte de turistas que
practican el temido “souveniring” en
estructuras que reflejan un estado tal de abandono que provoca el sentimiento
de desvalorización), el derrumbamiento de estructuras por la acción de rascado
del ganado, la quema de piedras pertenecientes a estructuras arqueológicas por
la acción de fuegos no controlados en sectores con alta densidad de vestigios,
y la rotura de estructuras por la acción de las raíces de flora intrusiva.
El hecho de que una
estructura se encuentre restaurada (o en otros casos, interpretada, y
debidamente señalizada), la protege de acciones vandálicas actuando como
barrera psicológica, ya que resulta mucho más difícil extraer una roca u otro
material arqueológico de “algo” que parece ser valorado y cuidado, que de una
acumulación de rocas que parece ser una estructura, pero que nadie se ha tomado
la molestia de proteger.
Existen además
estructuras que han resistido en el tiempo hasta que el ganado, que pasta
libremente alrededor y sobre las mismas, comenzó a derrumbarlas por la acción
de rascado, sin que se haya tomado ningún tipo de medida.
La quema no
controlada de terrenos, provoca la quebradura de paengas, poros y piedras
no trabajadas pero pertenecientes a estructuras arqueológicas, sin que tampoco
se hayan tomado medidas al respecto.
Finalmente, las
estructuras levantadas por la Asociación son desmalezadas y mantenidas
periódicamente, evitando con ello que se sigan quebrando por la acción de raíces
de árboles y arbustos como el miro tahiti, el guayabo o el palto, y disminuyendo el negativo impacto visual que
provocan pastos como el toroko, el mauku piro, el chocho o el cardo.
El argumento del
impacto negativo del levatamiento debido a la pérdida de información histórica
sobre la estructura o el sitio, es relativo, ya que consideramos que los
depósitos arqueológicos no se ven
mayormente dañados o contaminados ya que el levantamiento implica solamente el
movimiento de rocas que se hallan en superficie, sin involucrar remoción del
suelo o el subsuelo, según observaciones realizadas durante el presente
proyecto, del levantamiento de un hare
moa en Anakena, y comunicaciones personales de miembros de la Asociación,
que explican el proceso de reconstrucción teniendo en cuenta la forma original
de cada estructura siguiendo el perímetro marcado por los cimientos.
Ahora bien, desde
la arqueología, y para que estos trabajos pudieran ser valorados desde todo
punto de vista, habría que complementar el trabajo de los miembros de la
comunidad, con un trabajo técnico previo y posterior, necesario para una
adecuada presentación de los fundamentos y un adecuado registro de estas
evidencias arqueológicas, para futuras interpretaciones.
Autogestión local del patrimonio desde las instituciones
locales
¿Cómo enfrentan las
instituciones locales las acciones de la comunidad rapanui sobre su patrimonio?
¿Cómo reconocen sus derechos sobre el mismo manteniendo además ciertas normas
que lo protegen?
En general todas
las instituciones locales están de acuerdo en que los trabajos de levantamiento
de estructuras realizados por la Asociación son bien intencionados y poseen
cierto valor desde la perspectiva que protegen de alguna manera las
estructuras, y pusieron el tema sobre la mesa, lo que abrió diversos debates
que deben desembocar en futuras acciones positivas.
Pero es la total
carencia de asesoría técnica antes y durante los trabajos (con la consecuente
carencia de informes, registros o interpretaciones), y el desinterés por actuar
dentro del marco legal, lo que de forma unánime ha llevado a poner en duda el
valor de estas acciones. Sin embargo, no se ha podido poner un límite a las
mismas, por una serie de circunstancias que tienen que ver, por una parte con
el desfase de la Ley de Monumentos Nacionales que además entra en conflicto con
la Ley Indígena, y por otra con la carencia dentro de la isla, de una política
específica para la conservación del patrimonio. Si a esto le sumamos que la
toma de decisiones se realiza de forma conjunta entre un sinnúmero de
instancias, que difícilmente llegan a un acuerdo unánime, nos encontramos con
que poner límite a una acción que posee más efectos positivos que negativos, es
casi imposible.
Reuniones
con la asociación
En estas reuniones se pudo percibir una gran debilidad en la
asociación como grupo y como equipo de trabajo, que en realidad se limita a un
núcleo familiar, que en definitiva realiza acciones en nombre de una Asociación
que agrupa a 25 personas de las cuales trabajan sólo dos.
Los motivos de dicha circunstancia son variados, pero en ningún caso
creemos que sea un acto malintencionado o premeditado de los formadores del
grupo, sino que por diferencias y conflictos internos la situación se fue
convirtiendo en lo que actualmente es, la cual podría y debería revertirse, en
nombre de la utilidad que la Asociación supone para la comunidad y su frágil
patrimonio.
Catastro
y registro de las estructuras
De ahora en
adelante, nos referiremos a las estructuras modificadas por la Asociación E
Toru Hanua Nua Mea, como estructuras levantadas, considerando que la
restauración debe incluir la participación de especialistas en arqueología, restauración y conservación, lo cual
permitiría un correcto registro de los trabajos, incluyendo la toma de muestras
para análisis arqueológicos e históricos, condición indispensable para la
restauración de cualquier estructura patrimonial (que deberá diferenciarse de
la reconstrucción, en la que no se tiene en cuenta la anastilosis ni elementos
reconocibles que indiquen la integración posterior a la estructura).
Durante el catastro
se procedió a desmalezar dentro y fuera de las estructuras, tanto levantadas
como no levantadas, con la finalidad de facilitar la tarea de prospección, ya
que la cubierta vegetal (mauku piro, toroko, cardo y chocho principalmente)
entorpecía este proceso y no permitía en algunos casos su correcta observación
y registro fotográfico. La extracción de estas malezas sirvió además para
disminuir el negativo impacto visual que generan en los sitios, atajar la
ocurrencia de incendios y erradicar raíces dañinas para las estructuras
arqueológicas.
El catastro comenzó
a principios de julio y terminó a finales de agosto, en los sectores de Maunga
O-Pipi, Peka Peka, Pua Pau, Te Ava de Anakena, Anakena, Ovahe, Te Pito Kura, Te
Peu, Ohiro, Papa Vaka, La Pérousse, Rano Raraku y Tahai (Figura 3). No se
registraron solamente las estructuras intervenidas por la Asociación E Toru
Hanua Nua Mea, sino también todas aquellas que se encuentran en sus
alrededores, no restauradas, como hare
vaka, hare oka, pavimentos,
alineamientos de paenga, paenga sueltas, jardines domésticos,
cuencos de moler, ana kionga y
petroglifos.
Para el registro en
terreno se utilizaron fichas donde se anotaron los puntos geográficos (a través
de GPS), las medidas (con huincha), los números de fotos (con cámara digital
para su presentación junto con el Inventario, y escalímetro para la
visualización de la escala y la orientación) y un dibujo de planta de cada
estructura (que fue debidamente digitalizado a través de sistemas CAD para su
presentación en el Inventario).
La prospección arqueológica de estos
sectores resultó en la documentación de 377 estructuras prehistóricas de piedra
en superficie, 124 de ellas restauradas y 253 no restauradas (Figura 4). El
sector de Peka Peka ha resultado el de mayor densidad (84 estructuras
registradas), seguido de Te Pito Kura (49), Te Peu (38), Te Ava de Anakena
(36), La Pérousse (31), Papa Vaka (29), Pua Pau (27), Anakena (20), Rano Raraku
(16), Ovahe (15), Maunga O-Pipi (15), Ohiro (10) y Tahai (5) (Figura 5). Se
refleja de lo anterior una densidad muy alta de estructuras en sectores como
Peka Peka y Te Pito Kura,, y muy baja en otros como Ohiro y Tahai, aunque ello
puede verse afectado por el hecho de que la prospección se realizó únicamente
en las inmediaciones de las áreas intervenidas por la Asociación. En Peka Peka
hay ciertamente un alto número de estructuras levantadas (18), mientras que en
sectores como Rano Raraku, rico en vestigios arqueológicos, sólo 6 estructuras
fueron levantadas. Las estructuras han sido clasificadas en 16 tipos diferentes
basados en su forma y metodología de construcción. Las categorías más
frecuentes de piedras modificadas por el hombre en el área prospectada
resultaron los manavai (96), los umu pae (70) y los hare moa (65), siguiendo en mucho menos cantidad los hare vaka (27), pavimentos (24) y pipi horeko (25). Estructuras de piedras
menos frecuentes incluyen ana kionga (18),
alineamientos de paengas (11),
petroglifos (11), cuencos de moler (8), paengas
sueltas (7), pu’u (5), hare kionga (5), tupa (2), hare oka (1) y
crematorios (1) (Figura 6).
Individualmente
estas estructuras de piedra de superficie nos hablan poco sobre la organización
de la producción y el uso del paisaje en Rapa Nui. Sin embargo, encontrados en
contexto, las asociaciones de las estructuras y su localización en relación con
cada uno de los otros y las estructuras naturales del terreno, revelarían mucho
sobre el pasado económico y el comportamiento organizacional.
La distribución de
las estructuras arqueológicas en el área refleja un patrón de asentamiento
disperso que consiste en unidades simples y nódulos de estructuras
espacialmente asociadas. Entre estas asociaciones no hay co-asociaciones obvias
y repetitivas de tipos específicos de estructuras, aunque frecuentemente manavai, hare moa y umu pae son
encontrados juntos, así como hare vaka y
jardines domésticos, y petroglifos y cuencos de moler o paneles con cuencos o taheta. La carencia de un patrón puede
verse influido por la fragilidad del registro arqueológico y la habilidad para
interpretar la función de los alineamientos, piedras simples y pavimentos. De
todos modos, en los diferentes sectores catastrados, se pueden observar algunas
asociaciones y densidades de estructuras tentativas. Así, en Maunga O-Pipi se
observa una gran densidad de pipi horeko,
en comparación con el resto de estructuras, en Peka Peka una gran densidad
de ana kionga y hare kionga, y sobre todo de manavai,
así como asociaciones de estos últimos y umu pae, y de petroglifos con paneles de cuencos y taheta. En Pua Pau los manavai, hare moa y umu pae aparecen
asociados, al igual que en Aba de Anakena, donde los petroglifos y los cuencos
de moler son también frecuentes y cercanos. En Ovahe es notoria la altísima
densidad de umu pae.
Conclusiones
Como dijimos, las
labores de levantamiento realizadas por la Asociación E Toru Hanua Nua Mea
suponen un impacto más positivo que negativo, tanto para la isla, como para el
propio patrimonio, ya que el levantamiento de estas estructuras domésticas
evitan una serie de acciones destructivas (vandalismo, extracción de piedras
para pesca o construcción, derrumbamiento por rascado del ganado, quema de
piedras arqueológicas por fuegos no controlados, rotura de estructuras por
raíces de flora intrusiva). El impacto negativo sobre las estructuras en cuanto
a la pérdida de información para futuras excavaciones, también se considera
relativo, ya que en estos trabajos los depósitos arqueológicos no se ven
mayormente dañados o contaminados (el levantamiento implica solamente el
movimiento de rocas de superficie, sin involucrar remoción de suelo).
Por otra parte, se
ha de considerar al patrimonio como algo activo y dinámico, que cambia con el
tiempo, inevitablemente, por acciones de diferentes entes, tanto naturales como
antrópicos, y que pertenece, o más bien es parte, de la comunidad que habita
donde éste se localiza, sobre todo en una comunidad como la rapanui, que es
portadora de la cultura y las tradiciones que se hallan implícitas en el valor
del patrimonio, y que vive en un paisaje cultural donde lo natural y lo
cultural son indisociables.
Ahora bien, desde
la arqueología, y para que estos trabajos pudieran ser valorados desde todo punto
de vista, habría que complementar las tareas de los miembros de la comunidad,
con un trabajo técnico previo y posterior, necesario para una adecuada
presentación de los fundamentos, consecución de los permisos y un adecuado
registro de estas evidencias arqueológicas, para futuras interpretaciones.
A nuestro parecer,
una mejor gestión por parte de la propia Asociación, para conseguir permisos,
financiamiento y asesoría técnica, conseguiría un total acuerdo sobre la
conveniencia de que los trabajos de levantamiento, que en adelante serían de
restauración, y se encuadrarían dentro de un proyecto que tendría en cuenta
diversos fundamentos, se siguieran realizando, así como otros trabajos
relacionados con el patrimonio.
Enlaces a informes e inventarios completos:
Asociación E Toru Ha Nua Nua Mea
Informe completo del proyecto 2005
Inventario completo del proyecto 2005
Bibliografía
Fuentes UNESCO N
80. 1996. Centro del Patrimonio Mundial (UNESCO). Junio 1996
Molinari, Roberto.
1998. Orientaciones para la gestión y supervivencia de los recursos culturales:
Proyecto de Reglamento para la Preservación del Patrimonio Cultural en Areas
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Molinari, R., L.
Ferraro, H. Paradela, A. Castaño y S. Caracotche. 2000. 2001 Odisea del Manejo:
Conservación del Parimonio Arqueológico y Perspectiva Holística. 2do. Congreso Virtual de Antropología y
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Molinari, Roberto.
2002. ¿Posesión o participación?: El caso del Rewe de la comunidad mapuche del
Ñorquinco (Parque Nacional Lanín, Provincia de Neuquén, Argentina). 3er
Congreso Virtual de Antropología y Arqueología. www.naya.org.ar
Price, S.N. 1997. Curso de
Management de Sitios con Arte Rupestre. Instituto Nacional de Antropología y
Pensamiento Latinoamericano. Ms.
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